Capítulo 34: Baile de invierno.
Hayes me arrastraba por el brazo por las afueras del campus, para llamar la atención lo menos posible. Yo forcejeaba con el mientras le gritaba repetidas veces que me soltara, pero él no se inmutaba y mucho menos emitía palabra. Cansada de forcejear, encallé mis pies en el césped y mi brazo dolió cuando Hayes tiró. Se giró con una mirada endemoniada y esta ves me cargó por la cintura, subiéndome a su hombro. Me estaba clavando el hombro de Hayes en las costillas, pero solo pude bufar resignada.
—¡Bájame!—Silencio por su parte. Mi cabeza llegaba a la mitad de su espalda, y mis brazos con facilidad tocarían su trasero si yo no me agarrara el pelo con frustración. Sin pudor le di una nalgada y un puñetazo en la espalda baja, para molestarlo. Gruñó en respuesta, pero no porque le hubiera dolido.—Eres odioso.
El pelo me caía en la cara, dificultándome ver a dónde me llevaba. Casi suelto un chillido cuando me dejó caer, pero me quedé recostaba sobre un sofá. Observé que estábamos en el jardín trasero de nuestra fraternidad. Hayes se quedó de pie, mirándome con un rostro neutro y los brazos cruzados. Suspiré con pesadez y adopté la misma pose que él.
—¿Ahora qué he hecho?
—¿Qué has hecho?—Preguntó irónico. Masculló la misma pregunta y luego me señaló como un profesor que acaba de encontrar a su alumno copiando en el examen final de la materia.—¿¡Te parece poco casi romperle el tabique a Claire?!
—¡Por favor! ¡No es mi culpa que sea una floja!
—Eres una inmadura.—Negó con decepción, creando un diminuto agujero en mi corazón.—Ya veo que te parece bonito liarte a piñas porque sí.
Lo miré incrédula y sin cerrar la boca balbuceé algo, que ni yo misma supe qué. Me aclaré la garganta, y con algo más de firmeza hablé.
—¿"Porque sí"? Te crees que no se lo merecía.—Lo último sonó más como una acusación.—Con la cantidad de mierda que estaba diciendo, ¿te crees que iba a dejar que se fuera de rositas?
—Haya dicho lo que haya dicho, no tenías que darle una paliza.—Intentó estar calmado, pero la poca paciencia era algo que compartíamos.—Te he salvado el culo ¿sabes el castigo qué te habría caído si no hubiera intervenido? ¡Casi le revientas la nariz! ¿Entiendes la barbaridad en la que te has metido?—Respiró entrecortado y con las mejillas rojas por el enfado.—¿Qué habrías echo si yo no te hubiera detenido? ¿Le abrías desfigurado la cara? ¿La habrías dejado inconsciente?—Pausó y ahora hasta parecía que se ahoga en su propia angustia.—¿La habrías matado?
Aparenté que no importara lo que dijera, pero hasta yo me cuestionaba eso ¿Cuándo habría parado? Ni yo misma lo sabía. Cuando la ira me dominaba solía haber cierto descontrol sobre mí misma, por lo que mi cuerpo actuaba a sus impulsos sin hacerle mucho caso a la mente. Quizás me habría gustado romperle la nariz, y no me arrepentiría de haberlo echo.
De nada sirven los remordimientos cuando las cosas ya están echas.—Sí, sí pero, ¿te has parado a pensar en cómo me siento?—Me señalé.—No tienes ni las mínima idea de todo lo que nos ha echo esa zorra, de todo lo que ha hablado.
—¿"Nos"? El problema es tuyo con ella, no me metas en tus asuntos.
—¿Pero te estás oyendo?—Le interrumpí mientras la sangre corría cada vez más rápido por mis venas.—Estas contradiciendo tus propios argumentos. Dices mucho que me has salvado el culo y quieres quedar como el héroe de la historia, pero a la hora de la verdad como te gusta decir que no te meta en mi mierda.—Escupí con la garganta seca.—Si no te interesan mis asuntos, no te inmiscuyas en mi vida.

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FanfictionGabriella estaba de vuelta en su país, pero no precisamente en su estado natal ni en su casa. Ahora vivía en un internado en las entrañas de un bosque en Carolina del Norte. Su vida allí nunca se torna monótona, ya que desde un principio convive con...