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Capítulo 30: ¿Qué era?

POV's Hayes

Diciembre, dulce diciembre. Navidad, año nuevo, regalos, nieve, el cumpleaños de mi hermano...
Y yo aquí, esperando por mi castigo.

—Cómo llamen a mis padres...—Musitó Skylar de pie a mi lado.

—¿Te has repasado la escusa, verdad?—Inquirí acariciandome el pelo. Me lo tendría que cortar dentro de poco.

Vi como asentía con su cabeza y segundos después la puerta detrás de ella se habría, dándonos paso al infierno. Me levanté de la silla de plástico y después de un ultimo cruce de miradas entramos ordenadamente al despacho de la directora.
La mujer estaba sentada tras su escritorio escribiendo en unos impresos con un bolígrafo de tinta azul. Levantó su otra mano, indicando los sillones de cuero frente a ella. Los aparté un poco del escritorio y Sky me mandó una sonrisa de agradecimiento. Los dos tomamos asiento. Ella parecía incomoda, mientras que yo me mantenía neutral. Cuanto más rápido acabara esto, mejor.

—Buenos días, señoritos...Grier y O'Neil.—Leyó en un informe a su lado. Respondimos con un "buenos días" al unísono. Cuando alzó la cabeza para mirarnos pareciera como si ya no hubiera nada que nos sostuviera, que la habitación fuera el mismo vacío gélido. Tanta oscuridad en una sola mirada era escalofriante.—¿Cuál es el motivo de que anden en mitad del pasillo después del toque de queda?

Skylar intentó hablar pero la detuve antes de que lo hiciera.

—Yo estaba enfermo, y fui a pedirle unas pastillas.—Me sorbí la nariz para dar credibilidad.

La directora Thompson enarcó una ceja sutilmente. Esta mujer me daba escalofríos por dentro. No tenía reacción física a sus gestos o palabras, mientras que en mi interior la sensación de que todos mis secretos y pensamientos estuvieran expuestos a sus ojos me carcomía.

—Sabe perfectamente que si se encuentra en mal estado, puede llamar a un guardia para solicitar su ayuda.—Entrelazó sus blancos y esqueléticos dedos entre sí, sobre la mesa.
Observé que colgaba una sortija de su dedo anular, quizás fue la que le dio su difunto y repugnante marido en su boda ¿Sabría ella todas las atrocidades que había cometido aquel bastardos? ¿Sabía que lo había engañado en miles de ocasiones? Al recordar aquello fue como si estuviera un paso por delante de ella, y la sensación gélida de su simple presentía fue apenas notable. También tenía otros dos anillos, uno parecía de una hermandad y otro era simplemente de adorno.—Tenemos una enfermería en el centro donde proporcionarle la ayuda médica que necesite, por si no se acuerda.

—Disculpe, Sra. Thompson, estaba muy cansado y solo se me ocurrió esa idea.—Me excusé con falsa inocencia.

No estaba segura de que ella hubiera picado en el anzuelo. Tenía tan poca expresión, que seguro que sería muy buena jugando al póquer. Me permití mirar a Skylar de soslayo, esperando que estuviera bien. Me sorprendí al verla de lo más tranquila recostada en el sillón, pero manteniendo una compostura respetuosa.

—Eso no excusa el echo de que los dos se encontraban en mitad del pasillo cuando fueron encontrados.—Volteé con las dientes apretados a mirar a aquella mujer. Sí, no era muy fácil de picar.—¿No era que usted había ido al cuarto de la señorita?

Cuando fui a contestar, Sky se me adelantó igual que como yo lo había echo antes.

—Sí, vino a pedirme las pastillas, se las di y se marchó. Pero un poco después me di cuenta que le di el frasco que no era, así que salí corriendo a darle el correcto.—Remató con un rostro serio que daría a convencer a cualquiera.

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