Capítulo 7: Agua salada.
No tenía ganas de levantarme ¡Era domingo! ¿Porque debía yo de levantarme temprano? Ah, sí. El idiota de mi primo me despertó con el ruido de la tele. Abro la puerta de mi cuarto y me dirijo al salón malhumorada y con la mirada algo nublosa.
-¿Se puede saber que mierda te pasa?- Mi voz suena bastante ronca. Austin me mira y se empieza a reír.- ¿Que es tan gracioso?- Me cruzo de brazos.
-Tienes la marca de las sábanas.-Giro para verme en el gran espejo. Sí, mi cara tiene una gran marca de las sabanas. Mierda.
-¿Y Hayes?-Pregunto evadiendo el tema. Hace un gesto juntando sus palmas y dejando descansar su cabeza sobre ellas, de lado. Hayes está dormido. Una idea loca pasa por mi cabeza.- Busca la espuma de afeitar de abuelo.- Doy dos palmadas y él sale corriendo al piso de arriba.
Vuelvo a mi habitación y entro al baño, agarrando la pasta de dientes. Austin vuelve a mi lado y agarro el pomo de la habitación donde duerme Hayes. Cruzo mis dedos, esperando que no le haya dado por dormir a pelota picada. Abro la puerta sigilosamente y suspiro al ver a Hayes plácidamente dormido, como mínimo en ropa interior. Me acerco lentamente al borde de la cama y el aire acondicionado se me cuela en los huesos. Intento hundir el colchón lo menos posible y le hago una seña a mi primo para que se acerque por el otro lado. Observo su algo pecoso rostro; es guapo, aunque creo que ya lo había dicho. Su pelo cae hacia abajo y por los lados, de una manera tan libre y dulce que pare incluso que la almohada le hubiera peinado. Simplemente es adorable. Sus largas pestañas reposan sobre sus mejillas algo gorditas, como las mías, y sus labios rosados están entre abiertos. Me da una sensación extraña, como un remordimiento por lo que voy hacer ahora, destrozar este hermoso momento. Saco mi movil de la cinturilla de mi pijama y le saco una foto. Sonrío al verla y comprimo un sonido enternecido. Entonces le hago una seña Austin. Hora de atacar. Agarro suavemente el brazo de Hayes y lleno su mano de pasta. Mi complice llena su mano de espuma y dibuja barba, bigote y cejas espesas en el pelo de Hayes, mientras yo le aparto el pelo. Vuelvo a sacar otra foto y nos vamos con sigilo. Al cerrar la puerta doy un portazo y nos pegamos a ella. Se oye movimiento seguido de una mezcla entre gruñido y alarido.
-¡Skylar!-La voz ronca de Hayes me provoca risa. La puerta se abre bruscamente y mi cuerpo cae hacia adelante, pero no toco el suelo. Los brazos de Hayes me sujetan, mientras solo tengo vista de sus pies.- Que graciosa eres de verdad.-Sarcástico. Tiene la cara con una mezcla de pasta de dientes y espuma de afeitar. Hago una especie de bufido-risa y empiezo a reír a carcajada viva.
-Oh... Joder... Tú... Tu cara HAHAH.-Me siento en el suelo agarrándome el estómago. Los riñones me dolían de tanto reír.-De verdad que... ¡No puedo!-Las lagrimas resbalaban por mis mejillas mientras un dolor de garganta crecía. Pasaron varios minutos en los que no pude para de reír, y ninguno de los dos tampoco. Al acabar de controlar mi respiración dije:- Ha sido buenísimo.
-No es tan bueno cuando tu cara se queda así.-Se señala todo el rostro y contengo las ganas de reír. Me levanta por el antebrazo, pidiendo ver de cerca su cara.-Ven, me vas ayudar a quitarme esta mierda de la cara.
Hayes me arrastra hasta el baño y se sienta en la tapa. Destapo el paquete de toallitas humedas y con la mayor rapidez posible le limpio la cara. Si dejo que se seque le podría causar quemaduras. Hayes me mira en todo momento, sin perder ni un solo detalle. Sus ojos se mueven en cada movimiento que hago, intentando con ansias encontrar los míos.
-¿Te pasa algo?-Pregunto al acabar de limpiarle la cara, mientras coloco uno de sus suaves mechones de pelo sobre la frente.- Aww, te ves muy mono dormido.- Le enseño la foto que le saqué.

ESTÁS LEYENDO
inside || h;g
FanfictionGabriella estaba de vuelta en su país, pero no precisamente en su estado natal ni en su casa. Ahora vivía en un internado en las entrañas de un bosque en Carolina del Norte. Su vida allí nunca se torna monótona, ya que desde un principio convive con...