Capítulo 43: Rotas y ensangrentadas.Camille parecía aporrear las teclas del piano siguiendo la partitura de Etude Op. 10 No. 4 de Chopin. Abrazaba mis codos mientras observaba el muro exterior del interno, notando como la nieve que se acumulaba al pie de este empezaba a dejar huecos de sucia tierra. Camille solía ser muy expresiva con su música, y hoy sin duda denotaba varios sentimientos. Aquella fiereza con la que tocaba el teclado me daban la impresión de la ira, pero todo aquello tenía un punto un tanto... melancólico. Mille no era muy expresiva en persona, pero la música parecía su diario personal. Tomé un sorbo de café que traía en un termo; me gustaba lo amargo en los días fríos. El sonido del piano cesó y giré mi cabeza para verla.
–Parecía como si quisieras matar al piano.–Bromeé, pero no fue gracioso ni para mí ni para ella.
–El tema de Claire nos trae a todos de cabeza.
Y era la verdad. Todos coincidíamos en que aquello no era una casualidad y que los sucesos de hace treinta años volvían a suceder. Claire fue descubierta, estaba claro. Todos sabíamos que su desaparición fue a manos de alguien del internado, pero la verdadera cuestión era saber si seguía con vida. Era todo tan irreal, ¿en qué momento de mi vida me involucré en algo tan temerario contra mi vida? Me sentía tan inhumana al darme cuenta que mi preocupación no se cernía en la vida de esa chica, si no en la clase de peligro que estábamos expuestos el resto.
–Entiendes que estamos al borde del abismo, ¿no? Un error nos podría costar la vida.–Musité centrando mi vista en el polvo que se acumulaba en el marco de la ventana.
–Eres una dramática, pero sigues viniendo aquí.–Me acusó.–No hay quién te entienda niña ¿si tanto miedo tienes, qué haces aquí? ¿por qué te permites venir a tocar el piano? Tu problema es que te gusta la sensación del peligro, te gusta que se ponga la piel de gallina, eres una masoquista, ese es tu problema.
Fruncí el ceño. No estaba de animo para sus acusaciones de mierda.
–Eso no es verdad...–Alcé un poco la voz para soltar un bufido después.–Como sea, sigamos con la clase.
En el último mes había avanzado más rápido de lo que esperaba. Ya me había aprendido Canon, pero seguía teniendo errores con el tempo y la intensidad. El sueño de aprender a tocar el piano se veía a mil años luz después de todo.
Camille atizó un golpe en la pared sobresaltándome.—Mal, mal, mal. Empieza otra vez.
Otra tarde larga, supongo.
[...]
El sótano de mi fraternidad parecía más pequeño con todos nosotros ahí. Todos estaban en silencio mirando aburridos sus teléfonos cuando bajaron por las escaleras Cameron acompañado de Trevor. Este último traía un maletín y una sonrisa de superioridad que ya conocía.
–Adivinad quien a conseguido un mapa del internado.–Anunció con voz cantarina.
Puso unos rollos de papel grueso sobre la mesa y los extendió. Eran planos de las instalaciones. Uno era del ala actual en uso, el otro del internado en general, antes de que se cerrara aquella parte.
–¿Y qué pretendes que hagamos con esto?–Replicó Nash, quien al parecer hoy estaba de mal humor.
–Resulta ser, que hay zonas desconocidas.
–Hemos repasado todos los edificios del ala restringida.–Le contesté con algo de irritación por su extraña ocurrencia.
–No me refiero a eso, me refiero a nuestra zona común, mira.–Señaló el plano actual.–Hay tres niveles de sótano.
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FanfictionGabriella estaba de vuelta en su país, pero no precisamente en su estado natal ni en su casa. Ahora vivía en un internado en las entrañas de un bosque en Carolina del Norte. Su vida allí nunca se torna monótona, ya que desde un principio convive con...