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Capítulo 2: El Ritual de Inciación.

-Dios, no me puedo creer lo de los móviles.-Rachel se frota las manos por la cara para luego mirar su IPhone con tristeza.

-¿Qué pasa con los móviles?-Pregunto desde el escritorio de Shawn.

-Pues, que a partir de mañana no vamos a tener ningún tipo de señal, aparte de que nos los confiscarán en clase.- Ahora habla en dueño de la habitación y lo miro horrorizada.

-P-pero... Yo sin internet no soy nada...- Hago un puchero, justo cuando la puerta se abre, mostrando a un chico.

Hayes Grier.

Hayes Grier entra rápidamente a la habitación, sin mirar a nadie. Por un momento siento dolor de cabeza; casi ni he hablado con él y ya me estresa su precensia. Lo veo acercarse a su maleta. Un momento...Oh no, mierda.

Hayes Grier es el compañero de Shawn.

-Hey Shawn, ¿Tienes el papel de las normas?-Se sienta por la cama y pasa la vista lentamente por la habitación, acabando en mí.-Oh, no sabía que teníamos visita.-Muestra una sonrisa arrogante y ahora puedo admitirlo: Hayes Grier me estresa.

Shawn sólo me señala y él me mira. Detengo mis pensamientos y paso las manos desesperadamente de espaldas al escritorio, hasta que encuentro un papel y se lo extiendo al oji-azul. Hago un esfuerzo de sonrisa, que sale más bien como una mueca y el se levanta con la que creo que es la única sonrisa que sabe hacer: La arrogante.

-Adiós gente.- Se da la vuelta pero antes de marcharse me mira.- Nos vemos en la fraternidad, pequeña O'Neil.

Me quedo neutra durante varios segundos después de que él se vaya. Se acuerda de mi apellido. No sé como reaccionar ¿Me comporto como una fangirl o empiezo a rabiar? Escucho los murmullos empalagosos de mis acompañantes y los miro, en parte asqueada y burlona. Rachel se incomoda; siempre lo hace cuando la miran fijamente.

-Lo siento Shawncito, pero tenemos que prepararnos.- Se levanta agarrandome del brazo.-Nos vemos luego.-Le lanza un beso y este se lo devuelvo, mientras yo sólo muevo mi mano en modo de despedida mientras Rachel me arrastra hasta nuestra habitación, tres puertas más allá.

-¡¿SHAWNCITO!?- Exploto en carcajadas cuando esta cierra la puerta.

-HA-HA, que graciosa eres.-Dice con sarcasmo mientras puedo ver sus mejillas algo sonrosadas a pesar al su color oscuro de piel.

-Vale, perdona.-Me llevo las manos al estómago, intentando controlar mi respiración. Miro mi maleta, la que aún no he desempacado.-¿Vestido negro de flores?

Ella me mira, sonriendo por mi pregunta.- Con la chaqueta vaquera y las Converse.-Contesta convencida y busco todas las prendas.-¿Blusa rosa y shorts?- Asiento y entro en el baño.

Relajo todos mis músculos bajo el agua de la antigua ducha. Sinceramente, estar sentada durante diez horas en un avión no es muy cómodo que digamos. Hasta creo que tengo el trasero entumecido, aunque suene muy poco femenino. Me seco con una -para mi desgracia- áspera toalla y deslizo el vestido por mi cuerpo, sintiendo la tela suave y fresca. Abro la puerta de el baño, provocando que esta choque con la pared y se haga un gran estruendo. Rachel se cae de la silla por culpa de ello y me río fuertemente, ganándome una mala mirada de su parte.

-¿Cuanto llevas con Shawn?-Caigo en la cuenta de que no le he preguntado nada, ni como está ni porque ha venido. Decido empezar con lo básico: cuanto llevan, como se conocieron, que le gusta de él,...

-Once meses.-Contesta atandose las zapatillas.

-Y... ¿Porqué estáis aquí?-Me salto el resto de preguntas, yendo directamente al grano. Me mira durante varios segundos, como si tuviera una batalla interna para decidir que contestar.