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Capítulo 3: Malditas mañanas.

What the hell? ¿Que mierda hace mi bisabuela flotando? Ugh, no tenía que haberme tomado ese zumo antes de dormir. Esto obviamente debe ser un sueño. ¿No puedo soñar algo normal? Digo, podría soñar con el hermoso -pero teñido- pelo rubio de Niall Horan, o bañándome en las playas de Las Bahamas. PERO NOOO. Gaby tenía que soñar cosas raras como ballenas amarillas bailando claqué o a Homer Simpson siendo un pie gigante.

Asco de mente.

La ballena de enfrente dió tres saltos. Volvió a dar tres saltos y abrió una puerta hacia ningún sitio.-¡Señorita Ross!-Gritó la nunca mejor dicho "ballena".-¡Señorita O'Neil! ¡Levántense ahora mismo!-Después de eso la ballena fue desapareciendo hasta que todo se inundó de una gran luz celestial.

-Dios, ¿Eres tú?-Pregunto al Señor, al parecer ya despierta. La maldita luz me da en toda la cara, por lo que me tiro la manta a la cara.

-Lo siento, pero dudo ser Dios.-Dice la voz de la ballena.-Ahora levántese.-Me froto los ojos, intentando ajustar la luz de la habitación. Al borde de mi cama hay una señora gorda con expresión enfadada.

-¿Quién es usted?-Pregunto en un bostezo. La gorda gruñe; ella debe ser la dichosa ballena de mi sueño.

-La Srta. Monique Castwell.-Se lleva la mano al pecho con la cabeza bien alta. Agh, estirada.- Levántense ahora mismo o irán a el despacho de la directora.-Y se oye un portazo después de ella.

Miro a Rachel, que está sentada en su cama de la misma manera que yo. Nos tiramos de vuelta a la almohada a la vez y reímos, también juntas. Rache y yo éramos "gemelas de alma" ya que físicamente éramos polos opuestos.

Digamos que desde pequeñas yo era la rubia de rizos y ella la morena de color. Poco nos importa nuestra apariencia física entre la una y la otra. Desde los 8 años Rachel empezó ha sufrir sobrepeso, y hasta sus trece años tubo obesidad. Ahora ya no sufre de nada de eso, pero todavía no es lo que se considera alguien flaca. Aunque con sus bellos rasgos no ha pasado ningún problema social en su vida hasta ahora, y su gran actitud la hacen incluso más fuerte, si eso es posible. Por eso me alegro tanto de que alguien como Shawn esté enamorado de ella, es lo mejor que le podía pasar.

Oigo un leve portazo. Rachel a entrado al baño a ducharse. Entro en este para lavarme los dientes y veo mi pijama de Bambi, demasiado dulce para mí, creo. Vuelvo a la habitación y miro mi armario, sin ser capaz de decidirme. Rache sale y me mira con una ceja enarcada.

-¿Que estás esperando?-Me regaña como una madre.

-Es que... No sé qué ponerme...-Hago puchero tirándome a mi cama.

-Pues el uniforme, tonta.-Contesta con sarcasmo. Espera ¿Que uniforme? Me tira la ropa a la cara y miro esta con resentimiento.

Me quito el pijama y deslizo la falda por mis piernas, esta se ajusta a mi cintura y queda tres dedos por encima de mi rodilla. Cojo unos pantalones cortos, lo suficiente para que no se note bajo mi falda, y para que no se vea mi ropa interior. Después llega la camisa, la cual no se abrocharme y tiene que venir Rachel -como buena mejor amiga- a ponérmela presentable y luego atarme la corbata color vino, a juego con la falda de cuadros.

Me miro al espejo. Tampoco me queda tan mal. Acomodo mi pelo sobre mis hombros, y el de mi espalda, que llega hasta la cintura. Desahogo un poco el cuello de la camisa, dejando ver la gargantilla cobre que siempre llevo, esta tiene una mano Budah dorada a modo de colgante. Después de ponerme las Converses, salimos de la habitación, camino a la cafetería.

-Me muero de hambre.-Anuncio cuando Shawn se une a nosotras.-¿Que tal el ritual Shawny?-Sí, ya le había puesto un mote.

-Pues fue guay.-Sonríe a su novia.-Nos evaluaron cada uno por su "don", y luego nos juntamos todos.

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