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Capítulo 35: Un cumpleaños, amigo invisible, muérdago, sentimientos a flor de piel, amigos de verdad, año nuevo y "te quiero".

Narrador omnisciente.

Era una fría mañana de finales de diciembre y la casa algo vacía se mantenía en un plácido silencio. Hasta que un chillido de Carter retumbó por toda esta. Cameron lo oyó desde la cocina y rió porque su amigo gritaba como una niñita.

—¡Reynolds vuelve aquí ahora mismo!—Bramó Camille mientras le perseguía por toda la casa.

Hayes rodó los ojos tirado en el sofá boca abajo. Nash siguió viendo capítulos antiguos de Drake & Josh en Netflix sin tomarles importancia en el sillón individual al lado de Hayes.
Resultaba que aquella casa la había comprado los padres de Camille, ya que ella no quería volver a Francia por Navidad, pero tampoco quería quedarse en el internado. Así que le compraron una casa lo suficientemente grande para que hicieran fiestas, se quedaran todos juntos y ¡Oh! Tenía piscina y jacuzzi. Creo que ya todos se hacían idea de el dinero que tenían sus padres.
Así que se habían pasado las Navidades juntos; Camille, Nash, Hayes, Carter y Cameron. El resto volvió a Miami, pero acordaron en encontrarse hoy todos en la nueva casa de Camille.
Era algo de locos si lo pensabas bien. Sus padres le compraron una casa para que tuviera donde aburrirse, en vez de preocuparse de por qué su hija no quería volver a casa. Y nadie sabía la triste razón de la por qué Camille no pensaba volver a su casa. Nadie sabía lo monótonas y opacas que habían sido sus navidades toda su vida. No había árbol, no había luces ni familia con la que sentarse frente a la chimenea. Los regalos siempre fueron lo de menos; ella tenía lo que quisiera con solo pedirlo. Pero aún más amargo era la imagen de todas las navidades de su infancia, sentada en el centro de la enorme mesa del comedor, con sus padres sentados en una punta y el otro en la contraria. Navidades grises habían sido las únicas que había vivido en su vida, y por una vez, quería tener algo de diversión.

—¿A qué hora llegan?—Preguntó Hayes mirando de reojo el reloj sobre la chimenea.

—Dentro de nada.—Contestó su hermano igual de aburrido.

Carter y Mille habían cesado de jugar al gato y el ratón cuando tocaron la puerta. Todos levantaron la cabeza para mirar la entrada y se escuchó el barullo de sus gritos por querer abrir la puerta.

—¡Abro yo!—Dijo Carter corriendo cuando Nash lo agarró por la camiseta.

—Abro yo, es mi cumpleaños.

—Abro yo, es mi casa.—Apareció Camille.

Hayes rodó los ojos y le cedió a Cameron el placer de abrir la puerta mientras él se arreglaba el pelo en el espejo, pensando en si a ella le gustaría su look despeinado.
Al otro lado de la puerta, nuestros otro cuatro integrantes estaban esperando a que la puerta se abriera para empezar a cantar "Santa Claus is coming to town". Cameron abrió y estos empezaron a cantar el villancico como si de un coro se tratasen. Shawn resaltaba sobre las voces de los demás y rápidamente ya había atraído la atención de los chicos que seguían en el interior de casa. Al acabar el villancico hubo un aplauso unísono entre risas. Después llegaran los abrazos y las felicitaciones. Todos ya se encontraban en el interior de la casa. Aunque nadie lo quería admitir, eran lo suficiente inseparable como para extrañarse con solo unos días sin verse.

—¡Mille! ¿Hay chocolate caliente?—Preguntó Sky en busca de algo dulce que comer.

—Yo lo preparo.—Se ofreció Shawn, tan generoso como siempre.

Nadie se opuso y todos ocuparon asiento en la sala de estar, algunos arriba de otros. Rachel siguió a Shawn abrazada a su espalda como un koala. Se miraron entre todos por algunos segundos en sumo silencio. Camille tenía las piernas flexionadas sobre el sillón que había adjudicado suyo -porque realmente lo era-, uno de terciopelo blanco muy mullido. Skylar en una esquina de sofá, con sus piernas sobre Daniel y Hayes. En el otro sofá los otros tres chicos restantes sonreían ansiosos por diversión.

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