XII. Angustias incontrolables.

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—Cariño...

La Sra. Jung se desliza un poco en la puerta, decaída de la falta de ánimo de Wooyoung. La hace sentir especialmente mal porque había estado muy feliz. Hasta que tuvo esa visión, sucedió el problema en la casa Park; nunca lo había visto así de triste y deprimido. Acostumbrada a verlo como una bola de energía, eléctrico y casi insoportable para cualquiera en su campo de visión

Baja las escalera y encuentra a su esposo, que bebe té, mientras lee el periódico que llegó hace unos pocos minutos. Se sienta frente a él y se frota la cara con una mano. Él le dirige una mirada acusatoria.

— ¿Ya terminas de aceptar que no está bien? O vas a decirme que todo está perfectamente y solo debemos darle tiempo a solas. —La mujer arruga el entrecejo, disgustada por el reclamo de su marido.

—Tendrá que vivir con esto toda su vida. Consolarlo como si fuese lo peor que ha pasado, solo evitará que puede soportar lo que vendrá—justifica ella y el hombre rueda los ojos, volviendo a su periódico—. Debería decirle a Hosook que venga... ella sabe cómo consolarlo.

—Tal vez porque no invalida que se sienta mal. Solo es un comentario no me haga mucho caso. —dice corrido y con una sonrisa cínica en los labios.

La Sra. Jung vira los ojos y apoya la mejilla en sus nudillos.

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— ¿¡Por qué no me fue a recibir mi sobrino favorito!?

Wooyoung acá la cabeza de su almohada. En la puerta, su tía: pelirroja, sonrisa enorme y brillante, ojos claros y ropa que la hace parecer salida de un picnic. Una especie de jardín veraniego y no el invierno tan helado que hace afuera. Hace puchero y vuelve a esconder. Ella camina hasta la cama y es sienta de un salto. Sacude la cabeza de Wooyoung.

—A verrrr, dime ¿Qué pasó esta vez? ¿Por qué tan deprimido?

—La casa Park, tía Hosook, un amigo mío estaba ahí.

Hosook retrae la mano.

—Mierda.

Wooyoung saca el rostro y ella se ríe nerviosa.

—Eso estuvo bastante intenso ¿Eh? ¿Cómo te sientes? —Wooyoung moquea—. Ho~rrible. Claro, para qué pregunto—Se cuestiona riendo nerviosa—. Cariño, escucha—Arregla un mechón de cabello tras la oreja—. Esta maldición que tenemos es demasiado fuerte, demasiado ruda; tu energía femenina es tal, que la maldición se adhirió a ti también—Wooyoung se recuesta, no entiende muy bien del tema—. Tienes... una imaginación enorme, viva; eres sentimental, eres cuidadoso y también muy afectuoso, pero cuando te preocupas demasiado, cuando intentas contactar eso masculino en ti... Falla—Abre la manos y las sacude un poco. Wooyoung hace puchero, sigue sin entender—. Nuestra maldición nos permite verlo todo porque nos dejamos fluir en ello... no te dejas fluir, te ahogas en la visión.

—Todo el tiempo me ahogo. —balbucea Wooyoung.

—Ese es el punto. Debes fluir a través de lo que ves, abrazarlo con cariño, no aferrarte con desespero—aclara Hosook con una sonrisa—. Deja que lo femenino en ti vea, mientras lo masculino sea lo que hable. Así, después, será todo concreto.

—No entiendo cuando hablas de energías. —admite Wooyoung.

—Con el tiempo aprendes—Promete acariciándole el cabello—. Sobre todo tú, que lo necesitas tanto. Mira que haber nacido varón y tener una maldición para mujeres. Empiezo a creer que tenías destinado ser mujer, pero fuiste terco en la creación y decidiste venir hombre.

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