XLVIII. Condena a culpables

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—Cariño...

—Se siente como si los reuní a todos a morir.

Hongjoong acaricia la espalda de Seonghwa, quien no ha dejado de llorar desde que llegaron a casa. No puede culparlo. Estaba tan ilusionado con este proyecto que ver este final, es peor que haberlo golpeado directamente a la cara o haberse burlado de él.

—No es tu culpa—asegura Hongjoong y Seonghwa levanta la mirada. Los ojos irritados y rojos, el rostro húmedo e hinchado—. Nada de lo que pasó fue tu culpa—Toma el rostro de Seonghwa entre sus manos. Aparta el cabello negro y Seonghwa moquea, gimoteando con la boca entreabierta—. Ellos son los monstruos y creen que si siguen golpeándote, vas a dejarte—Le acaricia las mejillas con los pulgares—. Sin darse cuenta que solo eres un basilisco demasiado tranquilo al dejarlos vivir.

—No quiero ser un monstruo. —susurra asustado.

—No lo serás. Sé que no. —Hongjoong lo besa en la frente y Seonghwa a lo abraza, subiéndose al regazo ajeno.

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Yeosang observa a todos quienes pasan al cáliz para la votación. Para autenticar sus votos, deben dejar una pequeña mancha de sangre. Su firma mágica estará automáticamente demostrada. Él se encarga de supervisar que no haya reacciones extrañas en el cáliz donde los votos son supervisados.

Jongho le compró una túnica preciosa color blanco y lima, diciendo que debía estar espectacular cuando le tomaran la fotos anunciando que Seonghwa ganó.

Él está sentado no muy lejos, a varios metros de Abraxas Black. Los dos admirando como sucede la enorme e inacabable proceso electoral. Seonghwa evita mirar a Abraxas, demasiados enojado y sentido aún. Usa un vestido corte sirena, cruzado de piernas y exponiéndolos altos tacones de suela roja. No ha dejado de fuma en todo el día, ansioso.

Su serpiente, el basilisco, enroscada en sus hombros de forma visible y en el soporte derecho de la silla, su abrigo de piel. Enorme y blanco. Entorna la mirada hacia la derecha, donde Hongjoong lo saluda con ambos brazos. tan exagerado como siempre.

A su lado, San, en esencia lo está cuidando. Seonghwa advirtió que hoy se acaba la tregua que tiene con Abraxas, por lo tanto, es riesgoso que cualquiera esté solo.

— ¿Se le ofrece algo señorito? —Da un resoplido al elfo domestico:

—Sí, ve a cambiarte de ropa. Ponte zapatos y algo limpio. No quiero que me ayudes vistiendo harapos. —ordena Seonghwa con molestia, sacudiendo la mano. Le da asco de ver. El elfo balbucea algo que no llega a entender—. ¿Quieres quedarte sin empleo? Hazlo o lárgate. —replica entre dientes.

¿Por qué es tan difícil aceptar los derechos de existencia? no entiende. Es tan estúpido. Al final cumplió, se puso ropa de colores chillones, descombinados y horrible, pero así pudo pedirle algo de tomar y no sentir que habla con un trozo de tierra maloliente andante.

A pesar de lo que se podría esperar, es un proceso que acaba relativamente pronto. Para alivio de Seonghwa, también de su cadera y espalda. No va a soportar más tiempo sentado en esa silla. Varios votos llegan a través de correo, lechuzas y otros métodos de envío. Todo aterriza en la copa que sigue con fuego azul ardiendo en su interior.

Yeosang se coloca delante del cáliz—: el tiempo de elecciones ha concluido de forma efectiva. Ahora, una persona seleccionada por cada lado de votantes tendrá cinco minutos para exponer las razones de sus compañeros para votar. Iniciaremos con Septimus Malfoy, el elegido por los simpatizantes del candidato Abraxas Black.

Se escuchan algunos aplausos. Abraxas se pone de pie al mismo tiempo, junto a su silla y con las manos tras la espalda. Septimus llega hasta la tarima, parado delante del micrófono y su rostro en la cortina mágica que funciona como pantalla.

Happy EndingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora