XXXVI. Ánimo de lucha

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Tengo la sensación de que Jongho no está bien en lo absoluto, pero no creo que le diga a nadie del tema. Sus padres no saben, estoy así seguro de que no le ha contado a Yeosang. Por favor, trata de decirle, así Yeosang podrá hablar con él y animarlo. Lo vi muy decaído, perturbado. Fue un momento algo escalofriante.

Tuvimos muchos clientes esta semana, hasta el punto en que tus padres me llevaron a comer. Supuestamente es por mí que hay más venta. No creo que sea ¿O sí? Tu mamá dice que es porque soy guapo y eso ayuda a que gente venga a comprar flores más que las otras cosas que prepara.

Debe ser una tontería. Si fueses tu quien trabaja aquí, tendría sentido.

Sea como sea, por favor has lo que te pedí sobre Yeosang. Jongho lo necesita.

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— ¿Está seguro de que es buena idea que estemos ahí dentro? —pregunta San, colocándose la túnica negra. El único heredero Potter se acomoda la suya.

—Sí. Ya que parecen ser los únicos con interés en esto, yo los autorizo a ser parte del jurado. No me avergüencen haciendo una tontería—pide la hombre que se revuelve el cabello sin necesidad: ya está muy desordenado. Seonghwa se acomoda un par de mechones—. Por favor mantengan la compostura y hablen solo si es necesario.

Ambos asienten y entran a la sala donde se llevarán a cabo dos grandes juicios. Uno de ellos, a un terrorista que causó una ataque en el Callejón Diagon, dejando más de treinta heridos y de momento, cinco muertos. Seonghwa y San se sientan juntos. El proceso es... aburrido, bastante lento y entre mezclado, mucho teatro y parafernalia molesta.

Sin embargo, a Seonghwa le interesa. Después de todo, muchos de los afectados fueron personas asiáticas y algún que otro italiano. La casualidad radica en que ser aun local italiano. Por reportes dados en el mismo juicio, no hay clientela inglesa habitualmente.

Por lo tanto, fue hecho con la intensión de ser un ataque directo a una minoría extranjera.

—Levanten la mano los que consideren culpable al Sr. Finnes—Seonghwa y San levantan la mano hasta la altura del pecho y no se molestan en ver a los demás—. El Sr. Finnes queda bajo libertad condicional. —Seonghwa se crispa, girándose a un lado.

¿Por qué tan pocas personas levantaron la mano? Regresa su atención a Potter, quien mueve la mandíbula con molestia, levantándose de su sitio al igual que la representante de la familia Lovegood y Scamander.

— ¿Qué acaba de pasar? —pregunta San entre dientes, disgustado y Seonghwa da un bufido. Susurra simplemente:

Kkott, ve a matarlo. Que sea asfixia en el baño. Escribe que se siente culpable. —Ordena a la serpiente que se desliza discretamente por su ropa.

No va a dejar que esto quede así. No con el culpable admitiendo que lo hizo ¿Por qué deberían siquiera considerarlo? Ambos salen de la sala y pronto se encuentran con un pequeño grupo que discute.

—Esa persona es inestable. Si está fuera de Azkaban, se cuestión de tiempo para que nos mate a todos. —replica un adulto joven de apellido Lupin-Tonks.

—Es imposible que lo haga. Solo está en contra de mestizos y extranjeros. Nada que realmente se vaya a extrañar. —dice Abraxas. Seonghwa se acerca, sin espera ni un momento. Demasiado malhumorado para eso.

— ¿Eso es lo que piensas? ¿Qué eso es lo que importa? Un asesino es un asesino, igual que un ignorante irrespetuoso, creído hasta el último pelo, piensa que es el más listo de todos—discute Seonghwa y San aprieta los ojos, abriendo uno solo con expresión preocupada. Ay no...—. Lo que cometen es un error.

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