XIV. Decisión irreversible

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—Creo que es la primera vez que tu mamá no me maldice con la mirada apenas entro.

—Sí... está un poco... calmada hoy.

A San no se le ocurre como distraer a Wooyoung de un hecho: su familia está extraña y peor aún, lo está vigilando atentamente. Cada pequeño movimiento que hace es observado con cuidado.

Después de todo, esperan el momento idóneo para iniciar con el ritual de forzar la visión y poderla visualizar ellos también, no solo Wooyoung.

San decidió tomarlo por su cuenta. Después de mucho batallar, sus padres y familia en general aceptó a regañadientes que él lidiaría con Wooyoung. No le diría nada, pues significaría una falta de confianza terrible de su parte. No quiere que su novio se asuste o se sienta utilizado de cualquier manera. Esto es totalmente confidencial y afortunadamente, sus padres también harían el favor de no exponer lo que hicieron.

Todo con tal de tener ese vistazo tan amplio y acertado del futuro, pensar en formas de conseguir que sucedan.

La pantalla es una simple noche en su casa. Con lo inquieto que está Wooyoung, su padre hace lo posible por mantenerlo contento y por obvias razones, una pijamada con su novio alegraría a su hijo. Cree lo más banal. Tendrán sexo por la noche. No le molesta que Wooyoung tenga relaciones sexuales, tan solo espera que tenga la confianza de confesarle si algo sale mal con eso.

Lastimosamente, su hijo sabe muy bien cómo es una violación.

Si San llega a hacerlo, lo iría.

— ¿Has sabido de Seonghwa?

—Está atrincherado en su habitación desde hace como una semana—responde San sentado en su cama, cruzando la pierna—. Los Black van y vienen de su casa como si no hicieron nada. Es muy similar a lo que pasó con Hongjoong-

—Que tan solo saben que sucedió, pero siendo una familia asiática, no hacen nada. —Completa Wooyoung en voz baja, desanimado. San asiente.

—Lastimosamente, es el caso.

—No entiendo como esto pasa—admite haciendo puchero—. Somos personas. No somos unos monstruos ni somos bichos raros ¿Por qué nos odian tanto? —San de una risa.

—Ay Wooyoung, no sé cómo explicarte las bases del racismo. Es muy complicado.

Wooyoung se recuesta de San y su novio le toma la mano, dándole un beso en el dorso.

. . .

Tras la cena, Wooyoung percibe cierto mareo. Como si todo se torna borroso. San se preocupa. Es lo último que alcanza a ver. Que San lo trata de recoger y todo es sombras de repente. San lo recoge y lo lleva a la habitación que se preparó. Un gran círculo dibujado en el suelo, con diferentes grabados en griego antiguo.

La maldición e Wooyoung tiene raíces griega, por lo que es más apropiado que sea de este manera que tomen la visión de él. San se mantiene cerca, más no sabe qué hacer, por lo que no puede intervenir. Solo prepararse para llevar a Wooyoung a su habitación una vez terminen.

—Iniciemos antes de que la poción pierda su efecto.

San aprieta los labios y los Choi inician con su ritual. Debía ser esta noche, a esta hora en específico: una enorme ráfaga de magia golpea la zona y por lo tanto, la visión no solo será más fuerte, también podría haber mayor facilidad para el encantamiento. Wooyoung abre los ojos de par en par, dando un profundo respiro de angustia; sus ojos plateados y llenándose de sangre, llorándola de forma profusa.

Por primera vez, San puede ver una especie de estela dorada. Como si su magia se manifiesta visualmente. No sabía que fuese así.

—M-me dijeron que no le iba a pasar nada. —queja San, acercándose varios pasos, espantado de verlo. Wooyoung queja y gorgorea, adolorido en su inconsciencia. Su magia chispea, causando algunas quemaduras alrededor.

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