XXX. Más rutinas

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— ¿Seguro que me veo bien?

—Muy seguro.

Hongjoong mantiene una sonrisa nerviosa. Esto de ir a presentarse en el ministerio lo tiene con el corazón destruido, así como los nervios. Quisiera no ir, pero al mismo tiempo lo inquieta que Seonghwa y San vayan solos. Ambos son blancos muy relevantes. Uno por heredero de Slytherin y el otro por ser la segunda familia más importante en la nobleza coreano-inglesa. Seonghwa le arregla un poco la túnica y lo mira directamente a los ojos.

—No hagas expresiones tontas. No les des el gusto de pensar que eres infantil o que no pueden tomarte en serio—indica Seonghwa. Por esta vez, si se siente un consejo en lugar de un insulto—. Mantengámonos juntos sin importar qué y tratemos de que no sea un desastre.

—Eso no tienes que recordármelo. —dice Hongjoong tras su risa tan característica. Seonghwa siente un escalofrío por todo el cuerpo.

Ama tanto la risa de Hongjoong.

Da una risa por sí mismo, inclinado para darle un pico a su novio. Una vez acabados de arreglar, se dirigen a la puerta. En un mueble, hay un pequeño traslador. Un trozo de papel que lleva la hora de la reunión que se hará, así como el tema del encuentro. Hongjoong va con una túnica color vino, cabello peinado hacia atrás y traje del mismo tono, tiene un mechón de cabello largo, adornado con una cadena de plata súper delgada. Seonghwa va mucho más acicalado cómo se costumbre: largos pendientes de oro, collar y anillos, túnica negra con bordados de plata, la serpiente escondida bajo su ropa vaporosa y de corte victoriano y renacentista. Lo más gracioso son sus zapatos. Unas largas botas que le suman cinco centímetros y lo hacen mucho más alto a Hongjoong.

—Espero que a San no se le ocurra llevar a Wooyoung. De por sí tú no deberías estarlo. No saben ser víboras. —menciona Seonghwa con las manos juntas y gesto despectivo a su pareja.

— ¿Wooyoung? Lleva todo este tiempo durmiendo y aprendiendo a cocinar con los elfos domésticos. En dónde menos debes esperarlo, es allá. —asegura Hongjoong despreocupado.

Se nota que Wooyoung tiene tiempo libre de sobra. Lo máximo que hace, es planificar las diferentes modificaciones a la casa y pasearse por la vivienda de los demás.

Ambos toman el traslador y en un segundo, lo tiran en la basura, caminando por los largos e incontables pasillos del ministerio. El camino es tedioso, muy largo; al llegar, no hay mejor situación. La abrumadora mayoría, haciendo más fácil contar las excepciones, son ingleses y mayores. El más joven apenas tendría cuarenta años. También hay muy pocas mujeres. Beben y hablan en voz moderada, como una reunión social más que algo serio.

Es una especie de consejo. Son quienes tienen cargos importantes y apoyo. Si aquí se propone alguna ley con suficiente respaldo, lo más probable es que quede aprobada para el final del día. También son votos más valiosos en los procesos de elección. La razón por la que estar aquí es tan importante es más que clara.

En las excepciones de raza, el primero es San. Bebe de una copa refinada y que no combina con la de nadie. Es decir, la hizo por sí mismo o se curó en salud y la trajo de si casa.

Seonghwa imagina que es la primera opción.

A su lado, un hombre alto, muy alto; cuerpo ancho, cabello largo y rostro simpático con un par de notables hoyuelos. Apenas se siente observado, dirige la mirada a ellos. Seonghwa se congela un instante, con una sensación nerviosa desde la fondo del estómago.

— ¿Pasa algo? — pregunta Hongjoong y Seonghwa niega.

—Solo... Tengo hambre.

— Huh.

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