L. Ayudas de amor

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 —Muy bien ¿Que tal está?

A San lo asombra el que Wooyoung vea alrededor con semejante brillo en los ojos. Estuvo dos meses en diferentes tratamientos, todo con la aspiración de que pudiera volver a mirar. Los ojos son una parte tan delicada. Aun así, gracias a qué Yunho hizo primeros auxilios a tiempo, fue posible rescatarlo.

La única diferencia es que cambiaron de color. En lugar de ser café, quedaron con una coloración grisácea y ligeramente amarillenta; aparte de eso, una cicatriz en el puente de la nariz. Nada muy notorio. Hoy por primera vez le quitó la venda y...

¿Esto es malo?

¿Es bueno?

Wooyoung lo toma del brazo, empieza a sacudirlo y al final lo hace con fuerza, chillando de emoción con una sonrisa y dando saltos en su lugar.

— ¡Todo se ve bonito! ¡ES BRILLANTE! ¡Y COLORIDO! —Su voz se afina al extremo y en su euforia, espera que San vea lo mismo que él—. ¡Es hermoso!

—Es la casa como siempre-

— ¡No! ¡Está bonita! ¡Más bonita que nunca! —exclama Wooyoung.

Los colores son más vivos. Más brillantes y sentidos. La luz parece moverse de forma diferente. Incluso las figuras que danzan a través de la luz se ven diferentes. Jala de San para ir al jardín y seguir con su nueva visión. Está vez en las criaturas mágicas. Se lanza al césped a acariciar al hipogrifo que por sus años aquí, es casi un perro buscando mimos.

Por no mencionar el cerbero que busca la atención de Wooyoung por igual. San observa sonriente y divertido. Feliz de que al final, no fuese algo de lo que tuviera que preocuparse.

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— ¿Vas s tener tiempo para mí en algún momento?

—Cuando podamos poner todo en orden. Seonghwa necesita ayuda. Lo siento. —San le da un beso en la frente antes de tomar su abrigo y desaparecer.

Wooyoung suspira sacando los labios. San se la pasa en el ministerio. Es quien está presidiendo las reubicaciones, pruebas de potencial y en general, poniendo al Ministerio en orden. Seonghwa se encarga de la parte externa y global. Es decir, aprobar las propuestas que los nobles dan, asegurarse de que haya presupuesto para las reparaciones, inaugurar edificios necesarios, en fin.

¿Que no están haciendo?

Wooyoung está algo aburrido.

Va a saltos hasta su habitación, toma maquillaje y aunque le toma muchísimo tiempo, con miedo de herirse en los ojos, es capaz de pintarse como quiere. Sabe que puede tener visiones sin esto, pero es más cómodo así.

Lo hace sentir bonito y que de alguna forma, el destino está más feliz de dejarse ver si él está así. Llega a su habitación llena de artículos de adivinación y toma lugar en el suelo. Con la varita enciende los inciensos en la habitación y el ruido metálico resuena.

Cierra los ojos, enfocándose en eso nada más y al abrirlos, lo que hay delante suyo es una masa brillante y dorada, ondulante y cálida.

«Sigue viendo la luz... Mi luz. Haz cumplido bien con tu rol. Disfruta tu recompensa.»

Recibe un beso en cada párpado y aquello, se aleja. Wooyoung se ríe, siguiendo con lo que iba.

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— Jongho, tienes una carta.

Jongho rueda en su silla a recibir la carta, masticando un grajea. Por primera vez en su vida, puede probar una de cerveza y sabe a gloria. Se atraganta y se la traga por ver quién envío la carta:

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