Capitulo Tres.

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Margot:

Davien era lo único que tenía ahora.

Davien era mi soporte y mi paz. Solía consolarme cuando estaba triste, estaba ahí cuando papá no podía estar, incluso en los momentos más difíciles, él ha estado ahí.

Davien era lo que complementaba, comparando, seríamos como el sol y la luna: la luna no brilla sin el sol. Posiblemente desarrollé alguna dependencia, pero cuando lo veía venir a mi, no podía evitar pensar en otra cosa que no fuera su hermoso parecido, su hermosa sonrisa que podría iluminar cualquier cuidad en penumbras, solo él, mi querido Davien.

Mi querido novio.

Abrazo su cuerpo apenas lo veo llegar, le doy un beso en los labios y trato de no separarme de él.

Mi lindo novio tenía trabajo por hacer incluso hoy, por eso no lo detuve a posponer la cena para la noche. Miró a la señora Yu y está solo sonríe.

—Anda —me dice acercándose—. Yo me encargo de cerrar.

—¿Esta segura?

—Claro —dice—. Aún soy joven.

Sonrió a esta y después miró a Davien.

—Andando —dice.

—Deja y me quitó el delantal y lo dejo en los casilleros —le digo rápido para ir corriendo hacia el pasillo de servicios, ahí estaba la puerta.

Abro está y me quitó el delantal, suspiro pesado y me quitó la camiseta y quedo en sostén.

El espejo me hace ver mis curvas no definidas y mis crecientes masas de grasa. Tenía algunas. Eran pocas pero me di cuenta que estaba engordando, tenía que tener cuidado con eso..

Tomo la blusa que me pondría para la cena, una de manga larga negra con un cuello alto, es así cuando bajo la mirada a la mesa, ahí permanece el trozo de pastel de chocolate y los cien euros de propina.

Nunca me habían dejado tanto.

En serio.

Tomo mis botas negras y las pongo en mis pies, en serio son lindos.

Fueron caros, pero lindos.

Levanto la mirada y logro ver el pastel de nuevo; y la pregunta vino de nuevo:

¿Quién había sido ese hombre?

Se veía que era rico, muy rico.

Jure haber visto aquella gabardina en alguna tienda cara..

Tomo el pastel y mi bolso, salgo y la señora Yu y Davien me ven sorprendidos. Me vestí por completo de nuevo, pensé que en serio me veía muy bien, solté mi cabello y cogí mi gabardina y mi bufanda de la cocina. Caminé hasta ellos y puse la gabardina sobre mis brazos, y la bufanda en mi cuello, tome del brazo a Davien y mire a Yu.

—Nos vemos mañana.

—Hasta mañana mi querida Margot. Ah, cierto. Mañana abriré tarde la tienda, a las 12 PM. Haré comidas solo para la mediodía para los estudiantes.

Sabía que lo hacía por mi.

La señora Yu sabía que iba a pasar. Lo sabía perfectamente.

—Ok —respondo.

—Nos vemos.

—Adios señora Yu, gracias —le dice Davien.

—No hay de que querido —le dice la mujer.

Ambos salimos y apenas estamos afuera, el frío abraza mi cuerpo.

—Dios, hoy está muy helado.

—¿Tienes mucho frío?

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