Appartenente.

Capitulo Veintitrés.

Appartenente.
Margot Smith:

El sonido de una gotera me hace abrir los ojos, el frío hace a mi delgado cuerpo doler y una sensación fría recorrerme, la cabeza me palpita y no logro ver con claridad hasta que abro bien los ojos.

La cerámica bajo mi cuerpo esta fría, tanto que me pone la piel de gallina,  hay una ducha en mi abdomen bajo, jabones en un banco pequeño al lado de la bañera, detrás un shampoo y un acondicionador a mis espaldas. Me siento y logro ver a lo lejos en el espejo mi tan acabado aspecto.

Estoy devastada.

Mis labios están pálidos, mis mejillas antes rosadas ahora permanecen en un color palido y amarillento, mis costillas están marcadas, me siento tan débil y enferma..

Cierro los ojos y agradezco que me haya sacado de aquel infierno, siento un escalofrío y recuerdo las larvas subiendo por mis piernas, el sonido de las mismas chasqueando el suelo, el olor a putrefacción de Davien permanece intenso en mis fosas nasales...

¿Qué haré ahora?

Miro mis piernas, están marcadas de moretones, sangre seca y algún polvo que se ha adherido a mi piel y deja marcas cafés en la misma. Inhaló profundo y miró la ducha, la enciendo y siento el agua fría que me pasa por el cuerpo y llega hasta la bañera se va mientras mi alma comienza a sentirse menos pesada.

Tomé el jabón de cuerpo y lo pase por mis brazos, después el shampoo para mi cabello, y limpie mi cuerpo con el agua que se torno en algún tono café, ya que la sangre, la herida en mi pierna de bala aún sangra..

¿Debería tener aún más cuidado con esto?

La ducha tumba el jabón de mi cabello, resbalan las espumas y caen al suelo, hay un cepillo de dientes nuevo, lavo mis dientes con rapidez y asco..

Necesitaba limpiarme.

Es así que apenas estoy limpia, me recuesto en el agua.

Todo lo malo en mi se había ido.

La herida de bala aún sangraba y dejaba ver teñirse la misma en tonos rojizos que no se mezclaba con claridad en el agua, su flote parecía ser con curvas y hermoso. Mientras que yo, solo miraba mis desgracias huir con el agua.

Estaba desecha.

La nueva versión de mí no me gustaba en absoluto.

Principalmente por qué he perdido más de aquello que no solía tener, la felicidad que mi padre me hacía emanar ahora permanece en una pobre chica que parece estar muerta en vida.

Quería morir en ese instante.

Aprieto los labios y cierro los ojos, tenía tanto miedo.

Es así que de un segundo a otro, la puerta fue abierta, miró hacia ahí y logro ver cómo una sombra se asoma desde un pasillo, me siento sobre la bañera y me preparo para lo peor ya que el silencio de su presencia me hacía palidecer. Era Damien, el mismo hombre del que hemos estado hablando capítulos atrás.

El mismo hombre que mato a Davien: mi ex-prometido.

Se cruza de brazos y se recarga sobre el marco de la puerta, su cuerpo es tan gigante que no podría con él, menos en este estado. Mi pecho se acelera y solo termino agachando la mirada.