Damien Kutnetzoba.
La habitación se ha hecho sofocante, sus labios hinchados y su linda boca me hacen reaccionar en mi entre pierna, quería hacerlo, en serio...
Pero no quería forzarla.
—Debo de irme, Margot.
Ella asiente, era normal que me tuviera miedo, no era una persona que sonriera muy seguido y tampoco era una persona quien podría hacerle ver el mundo de rosa. Solo evitaba hacerla sentir incómoda.
—Bien —susurro.
Me giro y asiento. Me doy la media vuelta y camino hacia la puerta, esta se abre cuando llegó a ella y al salir, la miró antes de hacer cualquier cosa y solo digo:
—Nos vemos luego.
Ella asiente, es ahí cuando salgo y me quedo mirando la manija de la puerta. Increíble.
Tiene solo 18 años y lo que está pasando ella ahora mismo debe de ser un trauma.
—¿En qué estás pensando Damien? —susurro para mí.
Es así que miró la puerta que está frente a la mía, la puerta de invitados. Suspiro pesado, mi entrepierna había comenzado a doler, tenía tantas ganas de hacerlo...
No lo había hecho en unas semanas desde aquella vez que me vi con aquella mujer, que no fue hace mucho tiempo.
Pero el deseo que me evoca Margot, es indescriptible.
Camino hacia la puerta de invitados y corro hacia el baño, en el cual me siento sobre el retrete y saco mi verga del pantalón. Tenía mucho sin hacer esto, demasiado.
Las curvas se doblan corde a su cadera, sus pechos no son tan grandes pero tampoco tan pequeños..
Suspiro y cierro los ojos.
Veo su abdomen jodidamente suave al toque, que apuesto que los besos en este han de ser su perdición, sus curvas definidas dan el toque a su lujuria, tanto que podría hacerla sentir cosas con solo acariciarlas en desnudez, besos leves en sus clavículas marcadas y los lunares que recorren la misma..
Han sido tres en forma de un triángulo deforme. Hay uno más en su hombro que me encantaría besar, y no hablemos del que está debajo de su labio, justo donde termina aquella parte que resalta por su distinto color de piel el toda la cara..
Sus largas pestañas y ojos grandes, limpiaría sus caudales ríos de lágrimas cuántas veces pudiera.
Tocaría sus hilos todos los días y limpiaría con delicadeza.
Tendría sus manos limpias y sus uñas bien decoradas.
Hablando de lujuria..
Jamás podría con una chica que es trece años menor que yo.
—Agh..
Es asi que abro los ojos, lo que veo en ello es la mancha de aquello que no veía hace bastante tiempo.
—Maldita sea.. —susurro.
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Appartenente.
Storie d'amoreMargot sale una tarde de su casa a celebrar su aniversario de tres años con su novio. Después de una acalorada discusión, Margot regresa a casa donde unos ruidos extraños la obligan a salir, es ahí cuando se da cuenta que su novio está tirado en el...