Capitulo Diecisiete.

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Demian Kuznetsova.
3 días antes.

Los incidentes han estado ocurriendo de forma continua. Por ejemplo, el que ahora veo ante mis ojos, la mujer en la que mi abuelo más confiaba, la misma que intento matarlo en varias ocasiones ahora, me ve y súplica piedad.

—¡No lo hagas! ¡Te lo pido por el alma de mi querido hijo!

—Te dije que no te volvieras a meter conmigo, ¿no lo recuerdas?

Y es así que otro pedazo de piel cae al suelo, la sangre corre como grandes cauces de río.

Solo suelta jadeos de decespero, su rostro está sudado, se contrae de dolor, pero se inmuta a mover la parte que sangra.

—Te aseguraste de matar a mi abuelo. Te aseguraste que hacer una emboscada para mí padre, te arranque tres dedos y te deje ciega de un ojo, ahora dime, ¿Qué más querías lograr con esto?


—Nunca quise estar aquí, y cuando la chica se de cuenta del asco de persona que eres te aseguro que va a tratar de hacer lo mismo, tenlo por seguro.

Me incorporo y me alejo, es así que Alexander jala su estirada piel y corta su piel comenzando a arrancarla de su masa muscular.

Me siento sobre la silla que está frente a ella y dejó caer mi mejilla en el trozo de madera mientras la sangre corre por su pierna.

—Ya llevamos dos piernas libres, ¿Quieres más o ya te mato? —le cuestionó antes de que está comience a asentir decesperadamente.

Miró a Alexander, quién ya está cortando la piel de la parte de sus brazos, corre la piel desde su hombro y segundos después, la goma con su mano y se viene hasta donde termina la mano. La mujer vuelve a quejarse, un quejido fuerte y de últimos alientos.


Alexander me ve y es ahí cuando yo me levanto, le quitó el arma y la tomo del cabello, es así que le jalo la cabeza al frente y la obligó a que caiga.

—¿Quieres morir ahora, madre? —susurro lleno de rabia.

Ella asiente repetidas veces.

—Me dijiste que te llamara madre, incluso cuando hiciste una emboscada para matar a la mía.

Ella me ve, sus ojos rojos están en desespero, las venas marcadas en sus pupilas y su irá derramando por su rostro.

—Vas a recibir tu castigo, maldita perra.

La mujer sigue sollozando.

La suelto y veo a Alexander en señal.

Alexander toma el cuchillo y se lo clava en el pecho, el cuchillo se desliza desde su pecho hasta su abdomen, deja salir sus intestinos, fue cuando metió su mano entre los trozos del cuerpo de la mujer, y es ahí que comienza a moverla drásticamente, ella aún está consciente, por alguna razón.

Entre los movimientos en su mano saca lo que es el corazón de la mujer, al ser un hombre perfectamente blanco por raza, la sangre se ve resaltante en su piel y hermosa, lo veo y suelto la risa.

Había perdido la cabeza.

Es así que le clava el cuchillo, ya que la vida latente de aquella mujer yacía en su mano aún, me levanto y me acerco, es ahí que rie y me ve contento.

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