Capitulo Veintiséis.

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Appartenente.
Damien Kutnetzoba.

La casa guarda silencio absurdo apenas estoy en la sala, miró hacia los ventanales y un escalofrío me recorre, el patio es tan grande que me hace sentir pequeño y aislado, como si nada de esto tuviera sentido..

Algo está fallando..

Es así que siento como mi cabeza la toca algo frio por la parte de atrás, cierro los ojos y no digo nada antes de saber quién lo hace.

-Te mueves un paso más y disparo -susurro aquella voz tan conocida.

-Tanto tiempo -respondo levantando las manos en señal de rendición.

El sonido de la pistola que se carga suena en mi cabeza y la vuelve a poner en aquella parte indefensa.

-Tienes ganas de matar a alguien, ¿no? -susurre.

Ni siquiera se inmutó, solo dijo:

-Damien Kuznetsova, estarás arrestado por asesinato en tercer grado, por posición de armas, por estar implicado en narcotrafico, secuestro, terrorismo..

-No sigas diciendo por lo que estaré condenado, es mucho para procesar -susurre interrumpiendo.

El arma fue bajando, poco a poco hasta estar en mi espalda, justo entendí los pulmones.

-Tienes uso de anatomía.

-Lo comprendo por qué soy criminalista -responde.

-Quien lo diría, jamás pensé volver a verte.

El silencio queda en la casa, tanto que un pillido intenso suena en mis oídos.

-¿Recibiste mi regalo?

David queda en silencio, por lo tanto comprendí que sí lo había encontrado.

-Si escuchaste cuales fueron sus últimas palabras, ¿no? deja libre a Smith..

-Si te voy a matar lo haré despacio así como lo hiciste con Regina.

-Regina era una puta barata que me cogía cada siete días a la semana, movía el culo tan rico que no quería matarla solo por eso -le dije muy convencido, y para enterrar más la daga en su corazón añadí-. Margot también lo mueve rico.

Fue así que el primer disparo llegó a mi pierna izquierda.

-¿Dónde está Margot? -me dice lleno de rabia- ¡Responde maldita sea!

El dolor me hizo tambalear, pero no caer.

-No lo sé -le digo girando la cabeza para verlo-. Alexander se la llevó -solté prepotente.

La sonrisa ladina salió de su rostro, había sangre en su camiseta.
Podía entender a la perfección lo que hizo, ha matado a alguien para llegar hasta aquí.

-Señor David creo que la cita inesperada que tenía hoy conmigo llegó a su fin. Sinceramente quisiera conversar un poco más con usted pero creo que no estamos llegando a ningún lado, ya me disparó -le dije apuntando a mis pierna-. Te pido y te marches amablemente antes que te mate de una sola vez.

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