Capitulo Catorce.

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Damien Kutnetzoba.

E

l trato que estoy llevando a cabo me está sorbiendo los alientos.

Aunque ya está todo canónicamente resuelto hay cosas que aún no terminan de solucionarse, un ejemplo de ello es que aún no consigo un contacto que transporte en barco la mercancia a Rusia.

—Malditos hijos de puta —susurro.

Miró por la ventana, el cielo se lleva consigo las nubes que siguen su paso, el silencio del viento me hace sentir cálido y tranquilo, aunque a pesar de hacer sol, parece que de pronto la lluvia vendrá rápido a ello.

¿Tan rápido?

Las puertas del estudio se abren tras siete toques con una sintonía muy chistosa que aprendió Alexander cuando fue a México por un viaje de "negocios".

Es así que lo miro con algunos papeles en sus manos, cierra la puerta y seguido de eso me deja correspondencias de correo en la mesa.

Lo miro y este asiente.

—Son mensajes de los trabajadores que tienes en la cuidad. Están buscandola, su padre. Esta pegando pósters de Margot Smith por toda Florencia. Al parecer, está desesperado y ahora sabe que Margot está perdida.

Abro las cartas y todas, cada una de ellas tienen en la portada una foto de Margot, y las cámaras de seguridad que tenía este lunático en las afueras de su casa.

Se ve que Alexander la tiene en sus brazos, mientras que Francisco golpea a Davien, en otra foto se ve que corren hacia el callejón y ellos dos detrás de ellos. En la descripción menciona que Margot jamás salió del callejón.

—"Se cree que fue un secuestro..." —susurro leyendo las líneas.

—Es por eso que debemos de tener cuidado —me dice Alexander.

—¿Cuidado de qué? —le digo encendiendo un cigarro—. No es algo que tenga que ver conmigo.

Alexander comienza a ver las correspondencias y sonríe.

—Mira el nombre del remitente de una de ellas.

Es así que con extrañeza, comienzo a leerlas, todas tenían nombres coreanos, rusos, incluso italianos, pero es ahí cuando me detengo por qué una tiene un nombre específico: David Smith.

—¿Qué es esto?

—David Smith te escribió, deberías estar emocionado muchos quisieran estar en tu lugar —dice Alexander.

¿Cómo supo que está es mi casa? ¿Cómo sabe mi domicilio?

—Te has de estar preguntando ¿Cómo supo que está es mi casa? ¿Cómo sabe mi domicilio?, pues fácil. Le entrego la carta a uno de tus hombres, le dijo que si no te la entregaba iba a matarlo como hizo con su compañero, Lee Yong. ¿Lo recuerdas?

Uno de los mejores hombres que tenía.

—Exacto, uno de los mejores hombres que tenías ahora lo has perdido. Pero, aquí está, la trajo Sanders. Ya sabes, ese chico de...

—Sí, ya sé quién es —le interrumpo.

—Amenazó que si no entregamos a Margot, él va a venir por ti.

Inhaló profundo y suelto las cartas en la mesa.

—Que venga. Veamos si puede entrar siquiera.

Enciendo el cigarro y es así que antes siquiera de prenderlo, las puertas se abren sin siquiera ser tocadas con anticipación. Es así que miró detrás de Alexander, la señora que está detrás de la puerta es Margara, su rostro pálido y la cara contraída en miedo.

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