Appartenente.

Capitulo Veintisiete.

Appartenente.
Margot Smith.
[Maratón 1/2]

Apenas abro los ojos, un dolor recorre mi mejilla y me hace arder el cuerpo, hay silencio en la habitación, hay sangre en el suelo, mi vista es borrosa, cuando abro los ojos me doy cuenta que estoy tirada sobre los mismos vidrios con los que iba a suicidarme.

Inhaló profundo y trato de tomar sentido a lo que hay a mi alrededor, más cuando mi vista borrosa no me deja ver lo que está sobre mi espalda presionando mis pulmones. Trato de sacarme pero me siento tan débil que el solo peso podría quebrarme la columna. Es así que siento mis muñecas libres, mis tobillos se sienten libres, es así que siento como unas manos se posicionan en mi cintura y presionan antes de acariciar, se levanta y me gira hasta que queda sentado sobre mi abdomen, la luz del foco no me deja ver muy bien pero sé que me ha lastimado al girarme tan bruscamente.

Abro los ojos, vuelvo a cerrarlos, mi cabeza duele. Una mano se posiciona en mi mejilla y retira cabellos de mi rostro, se acerca, cada vez su rostro es más claro, me doy cuenta que la persona que está  frente a mi es Damien Kuznetsova.

Esta sobre mi abdomen.

—Buenos días —me dice.

Tomo su mano y trato de apartarla pero lo único que hace es dejarla en su lugar y persistir, era tan débil que un solo suspiro podría derrocarme y matarme, es así que me detengo y solo disfruto su toque.

—¿Estás bien?

Le miró y solo bajo la mirada a su pecho, si que era grande, me doy cuenta que en su brazo, hay una cinta de piel que aprieta a la perfección su bicep, si que era grande.

—¿Quieres ducharte?

Levanto la mirada, lo primero que veo es como su vista está puesta en mis iris, sabía a dónde estaba viendo, lo comprobó cuando dijo:

—¿Dónde estabas viendo?

Bajo la mirada avergonzada.

—¿No vas a hablarme?

Levanto la mirada y frunzo el entrecejo.

—¿Por qué debería?

Damien suelta una sonrisa ladina y limpia los vidrios que hay en mi mejilla con sangre.

—Estas llena de semen, vidrios y sangre.

Las mejillas se tornaron rojas en ese momento, es así que levanto una de mis manos y trato de abofetearlo cosa que él detiene, a cambio, me da un beso en los nudillos.

—Eres rápida, Margot, pero no como yo.

Es así, que su lengua recorre desde mis nudillos hasta donde termina mi mano, deja un beso húmedo en mi muñeca, pero lo peor de todo, sin quitarme la mirada de encima. Saca la lengua, recorre mi brazo con suma delicadeza tanto que siento un cosquilleo reaccionando en mi estómago. Sus ojos azules juraban que habían hecho hincarse a cualquier imperio, a cualquier poder tan fuerte que ni el mismo dios habría logrado, dedicaban una vista demasiado prepotente, a pesar que no estuviera tratando de hacer eso.

Suelto un suspiro ahogado antes de que llegue a mi hombro, deja un beso ahí y sube a mi rostro, se acerca a mi rostro, sus labios eran tan gruesos que cualquiera querría besarlos, Damien toma mi cintura y la aprieta mientras comienza a hacer movimientos circulares en mis costillas, levanta la mirada a mis ojos y une sus labios con los míos, un beso lento que me hace seguirle, abre la boca, sostiene mis labios y succiona los mismos, sube una de sus manos que están en mi cintura hasta mi mandíbula mientras su beso lento me hace apretar las piernas.