Capitulo Diez.

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Demian Kuznetsova:

—¿Qué es esto? —le pregunto a Margara cuando está se queda quieta, como si la hubiera atrapado haciendo algo que no debía.

Ella cerró los ojos y apretó los labios.

—Es la ropa de la mujer que Alexander trajo a la casa —me dice antes de yo entrar en cólera.

Me giro sobre mi torso para subir las escaleras pero antes de que lo haga, Margara me toma de la muñeca y me ve por primera vez a los ojos.

—Por favor, es solo una niña, tiene dos heridas de balas en el cuerpo que logré sacar sin ayuda médica, está durmiendo en su habitación.

Me suelto de un movimiento rápido y subo las escaleras hasta el tercer piso de la casa, es ahí donde miró mi habitación la cual solo tiene la vista hacia el bosque.

Cuando abro la puerta, veo el balcón abierto, es ahí cuando giro la mirada y la veo ahí recostada. Una mujer de algunos 18 años de edad, lo deduzco por su pecho y complexión.

La irá me recorre el cuerpo, ¿Qué carajo hace aquí una puberta?

Me giro y voy hacia la puerta, la cierro con fuerzas y voy directo hacia donde la mujer, la cual solo se contrae antes de que diga algo.

—¿Dónde está Alexander?

Es ahí que el aparece desde la cocina con un pan con mermelada en la boca.

—¿Qué quieres?

—¿Por qué trajiste a esa mujer?

—Francisco me dio permiso.

—Francisco no es el que manda aquí...

—Pero cuando estamos solos sí —dice Francisco con un pan en la boca—. Pienso que es buena para intimidar a Davien.

Levanto una ceja y miró a Alexander.

—Es su prometida —dice Francisco.

Suspiro pesado y hago mi cabello hacia atrás, si que estos eran un caso.

—Quiero que te deshagas de ella —le digo a Alexander.

—Eso no es posible, Damien —dice Alexander.

—No te estoy preguntando si puedes es deshaste de ella.

—Es la hija de un reconocido oficial de policía, su nombre es David Smith —dice Francisco sacando papeles de entre sus manos—. Es un hombre de 40 años al que podemos sobornar por información de los Escutia, ¿Qué dices?

Miró a este y niego.

—Tengo toda la información necesaria de esos pendejos, no necesito esto —exclamo en rabia.

—Su armada entro una vez a la casa de los Escutia, donde estaban los padres, hijos y los Escutia, hubo un tiroteo, murieron tres niños de 5 años, la abuela mayor, Sandra Escutia y la madre de uno de los niños, Regina de Escutia.

Francisco dejo los papeles en la mesa y el expediente del hombre, David Smith.

Camino hasta él y tomo el expediente: graduado de una buena escuela policial, de la escuela de derecho con excelentes notas.
S

u esposa murió a manos de la mafia, es un caso no resuelto. Esto le haría presión. Su cuerpo se encontró hace unos años atrás.

Pasando las páginas, la información que Francisco me había dado era exquisita.

—Podemos sobornarlo, podemos arrancar un dedo y mandarlo, decir que si no contesta podemos arrancar el siguiente, enviarle uno por semana y así hasta que conteste nuestras preguntas, ¿Qué dices? —me cuestiona Alexander.

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