ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 17

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Las persianas metálicas al abrirse dejaban colar generosamente la luz del día a través del amplio ventanal. Como siempre, el sonido mecánico que producían al desplazarse, hacía las veces del despertador. Poco a poco sus parpados perezosos se abrieron con negligencia, y una vez las imágenes se enfocaron en sus estimuladas pupilas, la visión de Engfa desnuda en su cama dibujó una sonrisa instantánea en su rostro, definitivamente era algo digno de ver a primera hora de la mañana.

La nívea piel de Engfa lucía tan tersa que era como si la invitara a acariciarla, pero tocarla significaría arriesgarse a despertarla, y de momento estaba disfrutando muchísimo con verla por primera vez tan apacible e inofensiva. Los restos de maquillaje se aferraban aún a sus pestañas, injustas imperfecciones en la placidez de su rostro. Tenía los labios enrojecidos e hinchados, un profundo suspiro de satisfacción le infló el pecho al deducir que habían sido sus besos los responsables, y sí era posible, la hacían ver más hermosa con sus brazos sobre el vientre y el pecho desnudo descubierto.

Moviendo su índice muy despacio, lo ancló en la sabana que caía sobre Engfa y jaló con suavidad hasta descubrir su pubis y sus caderas. Deslizó famélica sus ojos sobre la piel entre sus piernas y luego sobre el hueso de su pelvis, justo allí se detuvo sonriendo ladina, ahí estaba el tatuaje, lo había olvidado por completo. Se acercó a ella con cuidado de no despertarla, y examinó despacio la considerable mancha de tinta que le ocupaba casi por completo el costado, desde el inicio de la cadera hasta el nacimiento del muslo.

Era un trabajo artístico impecable, inclusive Ian daría su visto bueno. Se detuvo arrugando los labios, no había un puto chance que Ian viera ese tatuaje. Sacudiendo la cabeza apartó la inútil divagación y continuó contemplando el tatuaje.

Una mujer con alas de mariposa, o una mariposa con cuerpo de mujer, dependía de la perspectiva, con las piernas abiertas, cada una formando un sensual arco a lado y lado de su cuerpo, con los largos cabellos oscuros cubriendo sus senos, y con las manos enlazadas, apoyadas en una superficie invisible, cubría la flor ardiente entre sus muslos.

El rostro estaba dibujado con impresionante detalle, la mujer llevaba un antifaz, de algún material bordado o alguna clase de encaje, aun así, tuvo la impresión que aquella mariposa era ella, no podía estar completamente segura, pero los trazos del rostro sugerían las mismas preciosas líneas de Engfa.

No pudo evitar preguntarse hacía cuánto se había hecho el tatuaje, qué significaba, cómo habría sido ella en aquel entonces, cómo habría sido su vida. Se descubrió anhelando absurdamente haber sido parte de su pasado, conocerla por completo, hacer parte de su vida.

Ella era como una mariposa, delicada, hermosa, hipnótica y llamativa, impredeciblemente fuerte y enigmática. Sin querer dar cara a los gritos desesperados de su pecho, apenas si escuchó la advertencia de una obsesión, una voz insistente que le decía que había caído en su hechizo.

Se decidió a ignorarlo, y simplemente continuó sumergido en el placer de apreciarla, ya no desde la contemplación admirativa, sino desde el deseo primario e irracional. Allí, acostada en su cama, llenando las sábanas con su olor, se le antojaba perfecta, una tentación irresistible.

Quería despertarla, perderse una vez más en su cuerpo, aunque en su actual estado seguramente habría acabado antes de veinte minutos, pero lo haría, se estaba muriendo de ganas por volver a enterrarse en su interior. No le importaría llegar tarde a la oficina, llevaba una maldita vida entera de puntualidad, estaba segura que se merecía un buen paquete de indulgencias.

Sedienta, estiró sus dedos hasta alcanzar el tatuaje y delineó las alas con el índice, ansiosa, posó sus labios sobre su cadera y empezó a ascender sobre su vientre, rozándola con los labios abiertos, entre besos ardientes y húmedos. Engfa se removió caprichosa, sintiendo como su cuerpo se despertaba y calentaba guiado por los estimulantes besos de Charlotte.

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora