ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 38

236 14 0
                                    

El próximo destino fue Las Vegas, después de tres años Engfa regresaba al lugar que la ayudó a crecer; ese que forjó su personalidad. Al ver los luminosos anuncios que empezaban a encenderse uno a uno a medida que la noche arropaba la ciudad, se dio cuenta de que había extrañado ese lugar.

Se dio cuenta de que Charlotte le había hecho trampa con el hotel, cuando ante ellos se presentaba iluminada la pirámide del hotel Luxor.

—Después de todo lo que vivimos en el Gran Cañón merecemos un poco de comodidad... En el Spa te están esperando —dijo posándole una mano en la rodilla derecha.

—¿Y el auto? —preguntó ya que lo habían dejado al sur del Gran Cañón.

—Ya nos está esperando en el estacionamiento del Luxor.

—Entonces nos daremos un baño, bajaré al Spa, tú dormirás un rato y cuando regrese te daré un masaje.

—Mierda... Entonces me tocará cancelar la cita con la japonesa que me iba a dar una sesión de relajamiento total.

—Si no quieres que mande a esa japonesa de una patada en el culo a su continente, será mejor qué la canceles... Yo me encargaré de darte la sesión de relajamiento total.

—¿Te dan celos? —preguntó elevando una ceja con picardía.

—Sí —dijo determinante y mirándolo a los ojos, tomando por sorpresa a Charlotte que esperaba que lo negara, y escuchar eso hizo que su emoción aumentara, tanto que podía rebasar los límites que el taxi que las transportaba le ponía—. No voy a permitir que manoseen a mi guía.

—¿Más? Si ya tú me has borrado los poros —dijo divertida sin poder ocultar su emoción.

—Y dejaré mis huellas tatuadas en tu piel. —Se le acercó al oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja, para después susúrrale—. Si dejas que otra te toque, podrás ir despidiéndote del premio, esta noche iba a dejar que empezaras a trabajar en ello, pero si otra te toca podrás despedirte definitivamente de lo que tanto anhelas.

—Eng... —murmuró el diminutivo con voz temblorosa ante lo que despertaba en él la expectativa—. Creo que podríamos empezar apenas lleguemos y después hacer todo lo demás.

—No... No señorita, primero quiero estar relajada y humectada, el sol me tiene la piel hecha un asco... Si vale la pena, se hace esperar, así que te toca esperar unas horas más; y eso sí, te quiero mínimo como el señor Darcy.

—Como un británico desabrido, no por favor —masculló en medio de un puchero.

—¿Te traes algo en contra de los británicos? —preguntó elevando una ceja, y en ese momento el taxi se detenía frente a la entrada del Luxor.

Les abrieron las puertas y ellas bajaron, se encaminaron a recepción y de ahí las guiaron a la habitación, en el ascensor Engfa retomó la conversación.

—No has respondido Char.

—¿Qué no he respondido? —preguntó haciéndose la desentendida.

—No me has dicho, ¿qué te traes en contra de los británicos?

—Yo —dijo señalándose el pecho—. Nada. —Elevó sus hombros y dejándolos caer despreocupadamente—. Es solo que has dicho como Darcy... Y la mujer... ¿Cómo se llamaba la famosa autora?

—Jane Austen —dijo sonriendo y mirándolo con entusiasmo.

—Bien, esa Austen no escribió. —Se acercó para murmurarle y evitar que el mayordomo delante de ellos escuchara—. Al Darcy pidiéndole el culo al personaje femenino... ¿Cómo se supone que voy a hacerlo como él? Te tocará conformarte con un carioca cuidadoso, que sabe perfectamente cómo hacer el trabajo.

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora