ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 1

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Su imagen reflejada en el espejo de cuerpo entero, mentalmente se preparaba para regresar a su rutina laboral colmada de directrices jurídicas, sin poder procesar aún en qué momento se le habían pasado las vacaciones.

En menos de cuarenta minutos debía encontrarse con el Fiscal General en el Palacio de Justicia y le tocaría readaptarse a sus días de incontables e impredecibles horas de trabajo.

Había sido realmente fácil acostumbrarse a despertar y encontrarse a Engfa a su lado, con los cabellos revueltos y su hermoso rostro iluminado por la luz de la mañana, pero lo que más le gustaba era escuchar su voz adormecida pidiéndole que le permitiera dormir un poco más.

Lo único que alimentaba su ansiedad por laborar, era que por fin trabajaría por entero en el caso de su madre. Anhelaba la hora del almuerzo, la que utilizaría como excusa para encontrarse con Cooper, quien la pondría al día sobre la teoría del caso, y esperaba que su amigo ya le tuviese pruebas suficientes para empezar.

Se alejó del espejo, salió del vestidor abotonándose el saco, mientras caminaba hacia la habitación, donde agarró el portafolio de aluminio que se encontraba sobre la cama.

Salió y desde el corredor pudo ver a Thor servirse su infaltable café, que también la envolvió con su aroma.

—Quiero uno —pidió al tiempo bajaba las escaleras aéreas con la mirada en su primo.

Thor agarró otra taza de la alacena y le sirvió café sin alcaloide a Charlotte, quien se mostraba mucho más relajada desde que había regresado de viaje. Definitivamente esas vacaciones habían sido verdaderamente milagrosas.

—¿Preparada para regresar al infierno? —preguntó Thor con la mirada en su interlocutor, quien colocaba el portafolio sobre la barra.

—Estoy haciéndome a la idea —Le dio un sorbo a su café sin edulcorante. Le gustaba bien cargado, para que se llevara los rastros del sueño que aún ululaban en ella.

La mirada celeste de Thor se aguzó al advertir un dije que sobresalía por el puño de la camisa de Charlotte, y se acercó para poder apreciar el pequeño objeto metálico que representaba algún tipo de ave.

No había tenido la oportunidad de verla antes, porque su adorada prima había retornado de su viaje el día anterior; como si no hubiese tenido suficiente de la diseñadora, decidió quedarse a pasar toda la tarde en el departamento de Engfa y no se dignó a aparecerse sino hasta altas horas de la noche, por lo que apenas le vio la cara.

Charlotte se estaba alejando cada vez más y no podía evitar que los celos fraternales empezaran a germinar en él. Engfa le estaba robando el tiempo que unos meses atrás compartían como los primos que eran. Ya no jugaban a los vídeo juegos, tampoco iban a correr al Central Park y mucho menos amanecían hablando tonterías mientras compartían algún porro.

Sabía que esa sensación que lo recorría era una tontería porque ya eran adultos y cada uno debía hacer su vida de manera independiente. Y tal vez Charlotte también se sentía de la misma manera porque él de igual forma se había alejado, claro, con la única intención de poder compartir con Megan, aunque estaba seguro de que todo sería distinto, si su prima no actuara como perro con mal de rabia, cada vez que nombraba a su novia.

Thor utilizó su dedo índice para mover el dije y su mirada seguía el balanceo que creaba.

—¿Qué haces con esa paloma colgando ahí? —le preguntó acercándose para mirarlo mejor.

—No es una paloma, es un halcón, me lo dieron en Flagstaff, por una leyenda de los indios Sioux.

—¿Y sobre qué trata esa leyenda? —indagó curioso como si fuese un gato.

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora