ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 40

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El auto clásico negro, se desplazaba al límite de la velocidad permitida por la panorámica carretera que bordeaba la costa californiana, hechizando con su belleza a quien tuviese la oportunidad de hacer el recorrido, la brisa se estrellaba contra el rostro de Charlotte, mientras que el intenso sol le sacaba destellos a los lentes, con sus dedos tamborileaba el volante al ritmo de la batería de Time is running out de Muse y cantaba en voz baja para no despertar a Engfa, quien iba dormida en el asiento trasero del vehículo.

La noche anterior habían visitado un local en Los Ángeles; aunque la pasaron muy bien, tuvo que controlar sus impulsos de romperle la cara a dos hombres que intentaron seducir a Engfa, mientras se encontraba en la tarima cantando el tema que tanto quería e iba vestida de cuero, recordar cómo se veía, era demasiado para ella, esa mujer era definición de sensualidad e iba a fulminarla de un ataque al corazón y cómo si fuese poco su vestimenta, se lució en el escenario, no mostró nerviosismo en ningún momento, ese despliegue de seguridad y erotismo, lograron que su sed de ella la calcinara, por lo que apenas bajó la tomó de la mano y en el baño de mujeres tuvieron sexo, como si fuesen unas adolescentes que no podían controlar el arrebato sexual, y en medio de arremetidas y besos voraces, la felicitó por la presentación y cumpleaños.

Ella se sorprendió porque pensaba que lo había olvidado; si bien no le había hecho el regalo oficial, sí pensaba hacerlo, solo estaba esperando el momento apropiado para entregárselo, aún le quedaba toda la tarde para hacerlo.

Iban camino a la playa Rincón en Santa Barbara que también contaba con olas perfectas, ya que al llegar a playa Malibú en Los Ángeles, se encontraba a reventar, pensaba enseñarle a surfear a Engfa y con tantas personas alrededor no lograría concentrarse.

Estaban por llegar y miró a través del retrovisor a Engfa, ella se encontraba de espaldas y una sonrisa curvó sus labios al ver que la minifalda de jeans se había subido, dejándole al descubierto el trasero enfundado por la tanga fucsia del traje de baño.

Estiró la mano y agarró la cámara que iba en el asiento del copiloto, donde la había dejado Engfa antes de decidir dormir unos minutos, sin enfocar, solo agarrando como podía, ya que tampoco detenía el auto, le hizo un par de fotografías al culo de Engfa, para después regresar la cámara al asiento.

—Despierta Scarlet, que no estamos en Tokio —dijo nalgueándola suavemente, refiriéndose a la toma del trasero de la actriz Scarlet Johansson en el film Perdidos en Tokio, que la lanzó a la fama.

—Solo un poco más, Char —suplicó apenas removiéndose en el asiento.

—Despierta y deja de soñar que estamos cogiendo, hasta dormida me pides más, vas a acabar con mi vida.

—No estoy soñando que estamos... Cogiendo, solo quiero dormir un minuto más —murmuró sintiendo los párpados sumamente pesados.

—Estamos por llegar, vamos primero a alquilar las tablas y la vestimenta —informó mirándola a ella y al camino de manera intermitente.

—Está bien... Como tú digas.

—Vale, sigue durmiendo un minuto más. —Le concedió y siguió conduciendo.

Cuando por fin llegaron al local donde alquilarían las tablas de surf y todo el equipo, Engfa puso total atención en las instrucciones que les ofrecían algunos chicos surfistas, así como recibía cada folleto que le entregaban, mientras Charlotte hablaba con el dueño del local, y a segundos la miraba de soslayo, pero su mandíbula tensada y el músculo vibrándole, era la fiel prueba de que no le agradaba la cercanía de los hombres; sin embargo, ella se hacía la desentendida porque no hacía nada malo, solo agradecía y recibía lo que le entregaban, pero al ver que ninguno de los tres se iba y que empezaban a sacar conversación que no venía al caso, decidió cortar con la charla.

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora