ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 39

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Los días de libertad de Megan habían terminado con la llegada de su padre, ya no podía pasar tanto tiempo con Thor y eso la ponía del mal humor, lo que para Henry Brockman solo eran pataletas de adolescente.

No le había dado permiso para salir al parque que estaba cerca, por lo que lo martirizaba con música a todo volumen, que, aunque estuviese en su habitación hacía vibrar los cristales de la casa.

Era sábado y si su padre no estuviera en casa, estaría en este preciso momento en el polígono disparando la Walther P99 de Thor, compitiendo con él puntería, aunque nunca le ganara, eso la hacía drenar energía y no se llenaba de ansiedad. Estaba molesta, muy molesta, quería patear cualquier cosa, romper lo primero que se le atravesara, además, esa sensación en su entrepierna de desear a su novio, era algo que Dimitri Vegas & Like Mike a todo volumen no lograba calmar.

Se encontraba acostada con las piernas elevadas en la pared, no se había quitado el pijama de camiseta y culotte, mientras con la planta de su pie golpeaba al ritmo de la electrónica la pared que sabía su padre estaba al otro lado, si ella no tendría paz, él mucho menos.

No entendía por qué le costaba tanto dejarla salir, si igual nunca le prestaba atención, solo se regodeaba de mantenerla cautiva en la casa; y lo peor de todo, era que aún no armaba un plan lo suficientemente convincente para escaparse con Thor al Tomorrow World, pero se iría, aunque se muriera, se iba a escapar.

Henry Brockman sentía que la cabeza iba a estallarle y no podía concentrarse en la película que estaba viendo, tanto que tuvo que ponerle subtítulos para poder entender los diálogos.

—¿Morgana, puedes decirle a tu hija que le baje el volumen? —le pidió a su esposa que estaba a su lado sumida en el móvil.

—Es justo que tú también te hagas cargo de ella algunas veces, te recuerdo querido, que no me la hice con el dedo. —Le mostró el dedo medio y siguió tecleando en su teléfono.

Con molestia se levantó de la cama y salió a la habitación de al lado, tocó a la puerta por costumbre, y al saber que sería imposible que su hija lo escuchara, abrió, pasó de largo hasta el iPod y lo quitó del amplificador.

—¿Puedes darme un poco de paz? Estoy tratando de ver una película, paso dos días en casa y me haces la vida imposible.

Megan al ver que su padre silenciaba la música no hizo nada, solo se quedó en la misma posición, esperando a que saliera para volver a colocar el iPod, pero decidió hablar.

—Entonces debo aburrirme todo el día aquí mientras ves tus películas, se nota que no hay igualdad en esta casa, ¿te cuesta tanto dejarme salir al parque?... Tengo que sacar a Tyrion.

—Está bien Megan, puedes llevar a pasear al animal ese. —Cedió ante las insistencias de su hija—. Pero estás aquí en dos horas, un minuto más y estarás castigada de por vida.

En ese momento la chica rodó sobre la cama y brincó ante la emoción, salió corriendo y se lanzó a los brazos de Henry.

—Gracias papi, te prometo que estaré en dos horas, ni un minuto menos. —Le dio un beso en la mejilla.

—Y ni un minuto más, ahora ve a cambiarte que no puedes andar así, ya eres una señorita. —Se sentía impresionado ante la euforia de su hija.

—Sí, sí ya corro a bañarme, ahora sí puedes ver tus películas tranquilo. —Agarró su teléfono y corrió al baño con él.

Henry solo negó con la cabeza y salió de la habitación de su hija, con la esperanza de poder entender la trama de la película, al llegar a su habitación coloco la alarma en 1:58 horas para que le avisara si Megan llegaba a casa en el tiempo estipulado.

Desde el baño la chica llamó a Thor avisándole donde encontrarse, acordando verse en media hora cerca de la casa de Megan. Al ducharse buscó ropa que no le hiciera difícil la tarea a las manos de Thor de escabullirse dentro y que le acariciara esas partes que en ese preciso momento lo reclamaban. Se hizo una coleta de medio lado en la base de la nuca y se maquilló solo un poco, agarró a Tyrion y salió de la casa, tratando de hacer el menor ruido posible y que así su padre no se diese cuenta del tiempo exacto en el que había salido.

Mientras caminaba le hablaba a Tyrion de lo emocionada que estaba, de lo feliz que su novio la hacía, y entonces sintió un auto ronronearle atrás, pero ella no lo conocía, sin duda era un lujazo de auto, pero no era Thor, por lo que siguió caminando y este la emparejó, quien conducía apenas lo dejaba avanzar para mantenerle el paso, se llenó de nervios y caminó más rápido con la mirada al frente.

—¿Señorita la llevo al cielo? —Se ofreció quien bajó la ventanilla del lado del copiloto mientras seguía conduciendo; entonces ella miró al conductor con el rabillo del ojo, no pudo evitar sonreír y que el miedo se le bajara de golpe; sin embargo, los latidos del corazón se avivaron.

—Lo siento señor, no lo conozco —dijo sin volverse a mirarlo y siguió caminando por la calzada con la jaula de Tyrion en sus brazos.

—Y yo que pensaba permitirle conducir. —Le hizo saber, entonces Megan no pudo dar un paso más, se detuvo con una amplia sonrisa y subió.

Tal como lo había planeado, Thor había logrado vender el Acura NSX y había adquirido un Bugatti Veyron en colores azul y negro y se encontraba feliz con su nuevo juguete.

—¡Está espectacular! Me encanta... me encanta, asombroso. —Acarició la tapicería del auto.

El rubio agarró la jaula y la elevó observando al hámster que lo reconocía.

—Tyrion, somos invisibles —dijo, para que Megan se diera cuenta que ni siquiera lo había saludado.

—Lo siento, lo siento novio mío —acotó ella abalanzándose sobre él y dejándole caer una lluvia de besos en el rostro, evitando la boca, esa sería el postre—. Aún estoy cerca de mi casa, a donde nos vamos, ¿podría conducir hasta tu apartamento?

—Están las señoras de la limpieza, podemos buscar un lugar apartado y estrenar esta belleza. —Palmeó el volante.

—¿Pero, lo vamos a hacer delante de Tyrion? —preguntó con la mirada en la mascota—. Lo vamos a pervertir, se va a perturbar.

—No tiene por qué vernos, le ponemos mi camiseta encima y asunto arreglado.

Megan se carcajeó, mientras asentía con entusiasmo.

—Encuentra ese lugar apartado, ¿podré conducir de regreso?

—Depende de cómo te muevas —manifestó guiñándole un ojo con picardía y poniendo en marcha el vehículo.

Thor encontró el lugar apropiado para evitar ser descubiertos y sin perder tiempo se dieron a la tarea de entregarse al placer que uno le brindaba al otro, en medio de jadeos, gruñidos, sudores, susurros, fricciones y besos. Explotaron y alcanzaron la plenitud del momento, mientras Tyrion en su jaula cubierto por la camiseta de Thor se ejercitaba en la rueda.

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ESTA HISTORIA NO ES MIA, TODOS LOS DERECHOS A SU AUTOR ORIGINAL. @LilyPerozo

Muy amablemente me dio su AUTORIZACIÓN para la adaptación a ENGLOT

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora