El ritual de todas las mañanas de Charlotte Austin iniciaba con dos horas de Capoeira, una práctica generalmente reconocida únicamente como danza, sin embargo, la Capoeira como arte marcial encerraba mucho más en sí misma: deporte, cultura, lucha, estética, ritos ancestrales, música, malicia y bondad. Durante la Capoeira, el cuerpo juega con el espacio, los movimientos fluidos del capoeirista lo hacen uno con el ambiente mientras se clama un grito instintivo de libertad.Aquella mañana, el sol despuntaba tiñendo de sombras azuladas y naranjadas los edificios cercanos. Charlotte estaba de pie en el balcón, descalza y con un top, vistiendo tan sólo su pantalón de chándal blanco. Cerró los ojos y levantó los brazos sobre su cabeza, enlazando sus dedos al final al tiempo que se elevaba sobre las puntas de los dedos de sus pies. Respiró hondo y rotó el cuello varias veces en distintas direcciones, exhaló con fuerza e inmediatamente se puso de cuclillas estirando sus muslos alternadamente. La tela del pantalón se tensó sobre sus piernas acariciando sus músculos mientras entraba en calor, luego agregó ritmo a su movimiento, deslizando su pelvis en sincronía con sus piernas mientras aún en cuclillas, se desplazaba en círculos a través del balcón.
Sus movimientos se sucedían unos a otros de manera fluida, siguiendo el ritmo de los sonidos africanos que venían desde el interior del apartamento, sosteniendo su cuerpo con la ayuda alternada de sus manos y pies sobre el suelo, girando en repetidos ángulos de noventa grados, mientras elevaba las piernas a la altura de la cabeza. En un giro violento, saltó sobre sus manos y levantó su cuerpo entero, manteniéndose recta con los pies hacia el cielo, enseguida, desplegó sus piernas lentamente, hasta abrirlas por completo en el aire.
Su torso había empezado a brillar bañado en sudor, y el sol acariciaba su exquisita piel dorada, los rayos de luz se deslizaban por sus esculpidos músculos besando las ondulaciones de sus abdominales, y los fuertes bíceps que se marcaban seductoramente al sostener todo el peso de su cuerpo.
Estiró de nuevo las piernas y en un solo y poderoso impulso, se puso de pie. Cerró los ojos mientras recobraba el aliento y tomó la pequeña toalla que colgaba sobre la baranda del balcón, rápidamente se secó el sudor y se dejó caer sobre un sillón de ratán negro, apoyó los pies sobre uno de los pufs de cuero, tomó el control remoto y pausó la música.
—Pantera, me voy. —Vio la cabeza de Thor cerca del marco de la puerta apenas asomándose al balcón—. ¿Dónde vamos a almorzar? —le preguntó abotonándose el saco.
—Debo estar en los tribunales en dos horas, salgo a las once. ¿Te llamo y decidimos?
—Vale... —respondió Thor distraído, barriendo el balcón con la mirada—. Creo que debemos mandar a acondicionar un espacio en el salón del gimnasio para que practiques más cómoda.
—Tienes razón, ya será con un poco de tiempo —acordó poniéndose de pie—. Voy a bañarme, sino se me hará tarde, y tú lárgate que, si le pasan a Reinhard tus horarios de llegada a la oficina, va a fregarte con tremendo discurso acerca de la responsabilidad.
—¿Más? —inquirió Thor con cinismo al soltar una carcajada.
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Engfa les sugirió a Meena y a Sun almorzar en la boutique, no tenía ganas de ir a un restaurante. Quería comer sentada en la alfombra, relajada y descalza mientras conversaba trivialidades con sus amigos, quería reír abiertamente y tontear sin tener que preocuparse por comportarse profesional. Así que entusiasmada, salió a comprar la comida en el pequeño local de Sarabeth's al oeste del Central Park.
Había pasado una semana desde que le pidió a Charlotte Austin que no la molestara más. Ella, en efecto, no lo había hecho. Varias veces se sorprendió recordándola, había algo sumamente encantador en su rostro, y un algo casi hipnótico en sus hermosos y atemorizantes ojos dorados. Había leído al menos cinco veces los correos electrónicos, frunciendo el ceño y riendo por dentro, encantada como adolescente.
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Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!P
Hayran KurguLa directora de una prestigiosa firma de abogados y exitosa fiscal del distrito de Manhattan Charlotte Austin, vive sin restricciones, experimentada, aventurera, apasionada e intensa. No le gustan los compromisos y se verá envuelta en una explosión...