Era una noche fría y oscura, estaba conduciendo por una solitaria autopista sin ninguna iluminación en el camino, excepto la luz de los faros de su auto sobre el asfalto. No estaba segura hacía dónde se dirigía, se agachó despacio examinando el árido paisaje nocturno a través de las ventanas, lucía como las rocosas y secas montañas a las afueras de Tonopah. Por alguna razón, tenía el pecho lleno de inquietud, como sí huyera de algo, o fuera al encuentro de una cita ineludible con el destino, tomó aire e intentó con todas sus fuerzas mantenerse serena.
Cerró los ojos tan sólo un segundo, y al abrirlos, de la nada la silueta de una mujer se atravesó en su camino, llena de pánico aplastó el freno, pero había sido demasiado tarde. Había golpeado con fuerza descomunal a la mujer frente a ella, y ahora veía como su cuerpo había sido lanzado con violencia varios metros más allá. Con una extraña lentitud las extremidades de la mujer se sacudían en el aire, y finalmente un golpe terrorífico resonó en el pavimento cuando el cuerpo se estrelló contra el suelo.
Tenía las manos apretadas contra su boca, reteniendo un grito de pavor y su corazón martillaba dolorosamente contra su pecho. Con dedos temblorosos intentó abrir la puerta varias veces, fallando miserablemente. Respiró hondo y aferró sus dos manos a la pequeña palanca en la puerta y salió de su auto. Con los labios temblando de miedo caminó hacia donde se encontraba la mujer, estaba boca abajo con la cara enterrada en la polvorienta carretera.
Su garganta se secó, y el miedo retornó acrecentado cuando vio el cuerpo rodeado de un espantoso charco de sangre, intentó llamarla, pero su voz no conseguía más que elaborar gemidos aterrados. Se acercó despacio para intentar hablarle, y entonces sus entrañas se contrajeron con agonía en su interior y un macabro jadeo salió de sus pulmones, la mujer en el piso era Charlotte Austin.
El aliento se le escapaba convulsivo de la boca, el corazón resonaba con estrepito en sus oídos, tenía el cabello mojado por el sudor, y gruesas lágrimas se deslizaban por su rostro. Parpadeó varias veces reconociendo con lentitud su habitación, estaba sentada en su cama, con el torso erguido y desnudo mientras sus cobijas descansaban amontonadas en su regazo. No podía dejar de llorar, todo había sido muy vívido y real, había sido sin lugar a dudas una de las peores pesadillas que había tenido en la vida. El dolor de ver a Charlotte rodeada de sangre aún la atravesaba con un sufrimiento tan agudo, que le dolía el cuerpo mismo.
Habían pasado ya dos semanas desde que Charlotte casi despedazara sus nudillos contra el saco de boxeo, pero la energía furiosa y vengativa aún no abandonaba su sistema. Cada noche, luego de su encuentro con Brockman en la clínica, se había metido en el gimnasio y entrenando hasta quedarse completamente exhausta en la madrugada.
Aquella noche, los pies de Charlotte retumbaban en el piso de parqué luego de cada salto y maniobra mientras practicaba Capoeira. Los tumbos y golpes habían despertado a Thor cada una de las noches, aquella vez, eran casi las tres de la madrugada y Charlotte parecía apenas encontrarse por la mitad de su rutina. Entendía que todo aquello hacía parte de alguna estrategia de desahogo, pero la cabrona llevaba dos semanas sin dejarlo dormir. Soltó una última maldición y enterró la cabeza bajo su almohada, intentando escapar de los molestos sonidos.
Los músculos de sus bíceps ardían al sostener el peso entero de sucuerpo, y continuas gotas de sudor resbalaban por su frente hasta estrellarseen el piso. Estaba llevándose al límite y lo sabía, pero su mente estabateniendo demasiado tiempo libre, el caso de Cusak estaba prácticamente resuelto, y entonces ideas perturbadoras la asaltaban sin piedad.
Resolver el caso del cirujano no fue un asunto sencillo, el ADN hallado en sus uñas pertenecía a un hombre residente en la Florida, un individuo sin ningún historial en particular. Cooper por su lado, había sido tan mordaz como siempre durante sus interrogatorios, y al fin una de las sospechosas parecía dar pistas de algo más que indignación. Sin embargo, hasta que fue llevado a cabo el estudio dactilar, el caso no pareció tomar forma.
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Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!P
Fiksi PenggemarLa directora de una prestigiosa firma de abogados y exitosa fiscal del distrito de Manhattan Charlotte Austin, vive sin restricciones, experimentada, aventurera, apasionada e intensa. No le gustan los compromisos y se verá envuelta en una explosión...