ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 23

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Después de ocho horas de viaje deteniéndose solo para almorzar, se daba la primera discusión. Engfa alegaba que quería quedarse en un motel de carretera, porque quería que todo fuese exactamente como lo había imaginado y Charlotte que se le haría imposible dormir en esas camas, prefería uno cinco estrellas, aprovechando que contaban con uno a poca distancia.

—Perfecto, quien gane elige dónde quedarse —terció la chica sacando bandera blanca en medio de la discusión, se encontraba sentada sobre sus talones y descalza, había hecho de su cabello un moño de tomate.

—Está bien ¿y cómo lo decidimos? —preguntó Charlotte quien se había quitado la campera de jeans y solo llevaba la camiseta blanca con cuello en forma de V.

—Piedra, papel o tijera —dijo Engfa con toda la seriedad que poseía.

—Piedra, papel... —No pudo continuar ante la carcajada que se atravesó en su garganta.

—¿Tienes miedo de que gane? —inquirió ella sonriendo.

—No, solo es absurdo... elegir un hotel mediante un reto, tan tonto. —Sin dejar de sonreír.

—No es tonto y vuelves a alegar que digo tonterías y te romperé la nariz —soltó una divertida amenaza le golpeaba un hombro.

—Bien hagámoslo, pero seguro que gano —dijo colocando el puño cerrado sobre la palma de su mano.

—Bueno... Piedra, papel o tijera. —Engfa dio inicio al juego. Y ambas mostraron sus armas al mismo tiempo—. Llevo una de tres. —Le hizo saber cuándo ella sacó papel y Charlotte piedra—. Piedra, papel o tijera. —Esta vez Engfa sacó piedra y Charlotte tijera, otra que le ganaba la chica—. Ya déjalo he ganado yo, son dos de tres.

—No, vamos hasta el final, si gano con esta hacemos la revancha.

—Está bien, es que no te gusta ceder nada.... —Engfa se ponía una vez más en posición de juego—. Piedra, papel o tijera.

—¡Mierda! ¡Demonios! —exclamó Charlotte cuando Engfa sacó tijera y ella papel.

—¡Vamos a quedarnos en un motel de carretera! —gritó sintiéndose ganadora y elevando los brazos con energía, celebrando su victoria—. No me mires así que ya no hay revancha.

—¿No tengo opciones? —preguntó, soltando un suspiro y poniendo en marcha el auto para avanzar las pocas cuadras que los distanciaban del motel.

—No, no las tienes. —Le hizo saber con una amplia sonrisa.

Charlotte estacionó en el aparcadero que quedaba prácticamente en la vía, bajaron y Charlotte fijó su mirada en una de las letras de luces de neón quemada, sintiéndose completamente en desacuerdo, pero no podía hacer nada, había perdido. Mientras Engfa caminaba descalza y eufórica, llevando consigo su cartera en una mano y en la otra los zapatos. Charlotte llevaba un bolso que contenía algunas cosas personales y la guitarra que ni loca la dejaría dentro del auto, cuando se la compró en la tienda de Wes Borland y tenía el autógrafo de él esculpido.

Al entrar a la recepción se encontraba sola y Engfa llevó su mano al timbre manual.

—Siempre quise hacer esto —dijo emocionada y una vez más llamaba—. Nos quedan como unos quince hoteles de camino, ¿verdad? O sea, tendré quince oportunidades para hacerlo.

—Nos quedan como unos veinte, pero solo tendrás esta oportunidad para hacerlo, mañana nos quedamos en algo mejor... Mira esto Engfa, es un matadero —dijo en voz baja recorriendo con su mirada el lugar.

—Charlotte Austin, no es para tanto, además recuerda que he ganado.

—Por esta noche —aclaró.

—Por todo el viaje —sentenció y una vez más tocaba el timbre—. Olvidé decirte esa parte. —Se volvió hacia ella y soltó media carcajada al ver el involuntario puchero que hacía—. Ya quita esa cara —pidió y se lanzó hacia Charlotte, poniéndose de puntillas, le cerró con sus brazos el cuello, mientras Charlotte mantenía las manos ocupadas, y la besó una y otra vez, divertidos toques de labios—. Te prometo que te haré sentir muy bien esta noche, ya verás, que hotel cinco estrellas, ni que hotel cinco estrellas, te vas a sentir en el cielo.

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora