ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 19

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Se había vestido con un sencillo pantalón de lino negro, una blusa gris de gasa con ribetes dobles en el frente, muy al estilo de los años cincuenta, y sus Manolo Blahnik blancos. El atuendo era sobrio y recatado, justo el adecuado para una reunión de negocios y para disipar cualquier atención indeseada que pudiera sobrevenir durante su cena con Henry Brockman.

Al bajar, sus entrañas se removieron mientras cruzaba la recepción y el enorme e imponente Bentley negro se detuvo frente a su edificio. El clásico capó del auto con las dos pequeñas alas al frente le resultó intimidante y excesivo.

Su corazón se aceleró un poco, pero se repitió a sí misma un par de veces que no era temor lo que estaba sintiendo. Usualmente, Henry se transportaba en una de sus limosinas, o si llevaba cualquier otro auto, siempre tenía un chofer a su disposición, pero esta vez era él quien iba al volante, y Engfa no estaba segura por qué aquello le resultaba inquietante.

Para cuando ella había salido del edificio, Henry ya había descendido del auto y abierto la puerta para ella. Le sonrió con fingida naturalidad, sin saber sí su empeño era en convencer a Brockman de cuan segura se sentía, o convencerse a sí misma de que no había nada qué temer.

Él la besó en la mejilla, tomándose el tiempo suficiente para que el momento fuera incómodo, la guio hasta la silla del copiloto, bordeó el auto y con una predecible dosis de arrogancia, lo puso en marcha.

—Estás deslumbrante Engfa, eres la mujer más hermosa que mis ojos han visto —le dijo dándole una rápida mirada de soslayo.

Ella le dio una sonrisa apretada y respiró hondo, detestaba a los aduladores, siempre había tenido la sensación que eran mentirosos y peligrosos. Pero se quedó en silencio intentando mantener la calma.

—Ya todo está listo. —volvió a hablar él—. En cuanto lleguemos te enseñaré los adelantos que hemos hecho hasta la fecha.

—Gracias señor Brockman —contestó Engfa—. Estoy realmente ansiosa por verlo todo.

—Como lo acordamos —Sonrió Henry antes de continuar—, la línea especial de blusas con tu imagen corporativa está lista para ser distribuida en los almacenes de cadena que has elegido, los espacios en redes sociales ya están rodando, tú página web ya está en línea, y la producción para el comercial de televisión e internet está lista, estamos a tu disposición para que elijas las modelos y la ambientación.

—Estoy verdaderamente impresionada —le dijo Engfa con completa honestidad, volviéndose hacia él y abriendo mucho los ojos. —No tenía idea que hubieran avanzado tanto en tan poco tiempo.

Henry sonrió pasándose la lengua por los labios.

—Era mi sorpresa para ti.

—Ha sido todo asombrosamente rápido, señor Brockman.

—Tú me inspiras Engfa —susurró tomándole la mano y llevándosela hasta los labios—. Haría esto y más por ti.

—Gracias —murmuró ella vacilante mientras retiraba su mano con incomodidad.

Se reacomodó en su silla, sintiendo que el espacio dentro del auto se hacía insoportablemente insuficiente. Intentó distraerse mirando a través de la ventana, pero su espalda se tensó al darse cuenta que abandonaban el bajo Manhattan sin haberse detenido en ningún restaurante.

—¿A dónde vamos? —preguntó Engfa muy seria y sin atreverse a mirarlo.

Brockman le dio una sonrisa sesgada llena de demasiadas cosas que no lograba descifrar.

—Tranquila, vamos al North Cove Marina —contestó con excesiva melosería—. Cenaremos en mi yate.

—No tenía pensado pasar tanto tiempo fuera —señaló Engfa aún nerviosa—. Tengo varios pendientes que atender.

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora