ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 41

202 16 0
                                    

Meena regresaba del atelier con cinco vestidos y tres prendas más, apenas podía salir del taxi con tanta carga y empezaba a maldecir a Sun que no aparecía para ayudarle, sin detenerse a pensar que el hombre podría estar ocupado.

—Permíteme ayudarte Meena.

La voz con acento portugués y las manos posándosele en la cintura hicieron del interior de la pelirroja una montaña rusa de emociones, perdiendo el sentido de orientación por segundos y no fue consciente de en qué momento le habían ayudado con el peso de las prendas.

—¡Reinhard! ¿Qué haces aquí? —preguntó desconcertada y emocionada, realmente emocionada.

—He venido a visitarte, disculpa que no te haya avisado antes de hacerlo, he estado un poco ocupado. —Le agarró el brazo a la chica que lo tendía con un billete para pagarle al taxista, y entonces Meena fue consciente de que los guardaespaldas estaban a un paso, ante la seña que él le había hecho a uno de ellos, quien se acercó al auto y le pagó el servicio.

—Gracias —dijo sonriente.

Se encaminó a la boutique, mientras el magnate brasileño caminaba a su lado y se sentía muy importante, pero sobre todo feliz, aunque esa felicidad se congeló al igual que sus pasos a punto de entrar.

«Mierda... Mierda, Sun lo va a reconocer y se lo dirá a Engfa, tengo que deshacerme de Reinhard a como dé lugar», cavilaba con el semblante un poco alterado.

Estaba armando su plan para despedir al empresario y cuadrar una cita, porque estaba ansiosa por estar a solas con él, ya que la cercanía despertaba los latidos de todo su cuerpo, pero no le dio tiempo de despedirlo cuando Sun los sorprendió en la puerta.

—Gracias, señor Austin, es muy amable —dijo el hombre encargándose de las prendas, y entonces la mirada que le dedicó a Meena le hizo saber que ya lo sabía.

La chica quiso que un cráter se abriera bajo sus pies y se la tragara, pero eso no pasó, no le quedó más remedio que armarse de valor, respirar profundamente y entrar.

—Sun, voy un momento con el señor Austin a la oficina —informó siguiendo de largo, mientras era seguida por el brasileño, al subir las escaleras podía sentir la mirada del hombre encenderle el trasero y eso la excitó de una manera nunca experimentada, tanto que se lo cogería en la oficina de Engfa, sino fuese transparente, lo que le recordaba que debía comportarse.

—Toma asiento, por favor —pidió y ella se sentaba a su lado y no en el sillón de su amiga.

—Meena, disculpa que haya venido sin avisar; sobre todo, haberme tomado el atrevimiento de venir hasta tu sitio de trabajo, pero quería almorzar contigo, esta noche debo regresar a Brasil. —Le tomó una mano mientras la miraba a los ojos... ojos color mar en los cuales ella quería ahogarse.

—No te preocupes Reinhard, me alegra que estés aquí, ya tenía planes para almorzar con Sun, pero no creo que se moleste si lo dejo plantado y pido el resto de la tarde libre. —Las ganas que le tenía saltaban por su boca sin poder evitarlo, ya mucho se contenía delante del hombre.

Megan le había hecho el comentario a Thor, de que no conocía la tienda de Engfa, conversación que salió al ruedo cuando preguntó por ella y Charlotte, para saber cuándo tenían previsto regresar.

Su novio la sorprendió cuando ya estaban frente a la fachada de Waraha boutique, él tampoco la conocía, pero sí sabía dónde quedaba. Después de dejar el auto en un estacionamiento cercano se encaminaron tomados de la mano, ganándose las miradas de muchos, ya era costumbre la indiscreción de las personas y ellos sabían que se debía a la gran diferencia de estatura y contextura entre ambos, pero eso no era impedimento para los sentimientos y la atracción física que entre ellos existía.

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora