ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 34

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Meena salía del ascensor y el pasillo del apartamento de Engfa la recibía, mientras caminaba, no podía creer que su amiga no le hubiese informado que el viaje a Bélgica había sido cancelado, sino hubiese sido porque se decidió a llamarla para preguntarle cómo lo estaba pasando, creyendo que ya tenía un día en el viejo continente, no se enteraba de nada.

Decidió visitarla sin avisarle, porque le había dicho que se encontraba bien, pero su estado de ánimo se evidenció a través del teléfono: aunque intentase ocultarlo, necesitaba saber qué había pasado, quiso llamar a Charlotte, pero no tenía el número.

Entró a la habitación sin llamar y la vio metida en la cama con las luces apagadas y las cortinas corridas.

—Engfa. ¿Qué ha pasado? —preguntó con dulzura acercándose a la cama. Mientras su amiga le daba la espalda, escuchó claramente cómo sorbía las lágrimas.

—Nada —respondió limpiándose el rostro—. ¿Qué haces aquí Meena? —le preguntó sin volverse, intentando que su voz se escuchase entusiasta, pero realmente se escuchó pésima, muy ronca cómo para poder ocultarlo—. Hoy es domingo deberías estar descansando, te dije que estaba bien.

—Engfa no estás bien, por primera vez no lo estás y no puedes ocultarlo —le hizo saber dejando la cartera en un sillón y se metió en la cama, abrazándola por la espalda y le dio un beso en los cabellos—. Algo me dice que la única que no está en Bélgica eres tú, ya lo sabía... cabrona de poca monta.

—No quiero hablar de eso, no quiero hablar de nada —dijo Engfa rodando sobre su cuerpo y encarando a su amiga, que al ver el estado en el que se encontraba, evidenciando que llevaba horas llorando, la abrazó y le besó la frente.

—Está bien, no hablaremos de eso. —La tranquilizó estrechando más el abrazo, queriendo reconfortarla, era la primera vez que veía a Engfa en aquel estado, le frotaba cariñosamente la espalda y sentía como su amiga empezaba a sacudirse ante los sollozos.

—Soy una tonta. No quiero llorar, no quiero hacerlo —murmuraba en medio de los sollozos con la cara enterrada en el pecho de Meena.

—Pero no puedes evitarlo, Engfa... no se puede dominar a los sentimientos.

—Me juré que nunca lloraría por nadie.

—Hay juramentos que inevitablemente se rompen, siempre hay una primera vez para todo, hasta para enamorarse verdaderamente. ¿Recuerdas todo lo que lloré y cuantas veces me emborraché y quise morirme cuando Lucas eligió a su esposa?, yo viví todas sus mentiras, me creí todos los castillos que me armó en el aire, yo lo quería, verdaderamente lo quería, debo admitir que aún lo quiero porque no he encontrado quien logré superarlo, pero no me da pena decirlo, no oculto lo que siento Engfa, una se enamora y no puede evitarlo, yo quise evitarlo cientos de veces porque sabía que era casado, pero él con su sonrisa y sus atenciones era más poderoso que toda mi voluntad, que toda la razón, tú estuviste ahí, me comprendiste... comprendiste que se puede sufrir por amor,1

—Porque te quiero y no quería verte sufrir de esa manera... yo no quiero verme de esa manera, no quiero enamorarme, no debo hacerlo porque estaré perdida, dejaré que me haga daño, ya estoy dejando que lo haga y no puedo detenerlo —hablaba sin dejar de llorar.

—Cuando te enamoras no puedes detenerlo Engfa, sí quieres a Charlotte nada va a detenerte.

—Encontraré la manera, sólo tengo que dejar de verla, no la veré nunca más... —Elevó la mirada—. Mañana temprano voy a hipotecar el apartamento para pagarle lo que me prestó, quiero que tú me hagas el favor de llevarle el cheque apenas llegue, vendería el auto, pero según el contrato no puedo hacerlo.

Dulces Mentiras, Amargas Verdades ❧ Englot G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora