CAPÍTULO 14

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Una llamada o un mensaje después de la media noche, por lo regular anuncia malas noticias, dependiendo de quién lo reciba.

Giulio: Los dos están en la carrera final.

Franco: Ya sabes qué tienen que hacer.


En menos de cuatro horas, Franco estaría esperando a Vittoria frente al altar

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En menos de cuatro horas, Franco estaría esperando a Vittoria frente al altar. Sin ser consciente, imaginaba lo preciosa que se vería en un vestido blanco. Se preguntaba qué clase de peinado habría elegido para ese día o qué estilo de maquillaje resaltaría el color de sus ojos. Seguramente, aunque todo fuese extravagante, sería la novia más preciosa sobre el planeta.

Según Susanna, el diseño del vestido de novia que se había elegido para la futura señora Casiraghi venía de los mejores diseñadores parisinos de telas exportadas de Egipto. Aunque llevara un andrajoso pantalón de manta, sin lugar a dudas, luciría espectacular. Siempre lo hacía.

Desafortunadamente, ni Vittoria ni Franco se interesaron en organizar su alianza. Ni siquiera se vieron, ni una sola vez, desde que los encontró Giulio teniendo sexo de persecución en el Ferrari. Un auto que tardaría un par de semanas en estar como nuevo, tras haber recibido una buena cantidad de balas.

Los asuntos de la celebración fueron delegados a Susanna, desde la elección del recinto para la fiesta, hasta la degustación del pastel y la comida que se ofrecería a todos los invitados. Gente hambrienta por atestiguar la unión de dos apellidos de gran emporio en toda Italia. Uno que, por varios años, se creyó extinto, y otro que se reforzaría aún más, gracias a aquel acontecimiento sin precedentes.

Benedetto se hizo cargo de todos los asuntos legales y unos cuantos religiosos. Apartó la misa católica en la más bonita iglesia de Florencia, y llevó todos los documentos requeridos al Palazzo Vecchio para que el matrimonio se aceptara bajos las leyes del hombre.

Él y Franco estuvieron en constante comunicación, y un par de veces salieron a comer para arreglar ciertos detalles insignificantes.

En una de esas comidas, Benedetto, más feliz que cualquier otro día, le anunció a Franco que la mayoría de los miembros del Parlamento comenzaban a inclinar la balanza a su favor tras el anuncio de compromiso al día siguiente de la persecución. Una buena treta para desviar las miradas hacia una boda que llamaría la atención tanto de políticos como de la farándula. Tuvo que disculparse públicamente por la confusión que se había suscitado, ya que todos habían creído que el afortunado era Paolo. También, se excusó por haber prescindido de una fiesta de compromiso, pero argumentó, por el revuelo con los liberales, que no quería exponer de más a su amada y preciosa hija.

Franco había dejado muy poco espacio para organizar la pedida de mano y la boda. El plan principal había sido anunciar las nupcias un día antes de que se efectuara, pensando en que Vittoria sería la más señalada puesto que se le vio en público manteniendo una relación con su contrincante político Paolo. Pero, extrañamente, las circunstancias parecían empecinarse en actuar a su favor.

EL DEMONIO DE FLORENCIA "ℰ𝓁 𝒽ℴ𝓂𝒷𝓇ℯ 𝒹ℯ𝓉𝓇𝒶́𝓈 𝒹ℯ 𝓁𝒶 𝓂𝒶𝒻𝒾𝒶"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora