CAPÍTULO 26

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A los veintidós años, Franco logró reanudar los negocios que tuvo su padre con Merkush Mustafá, siendo este su primer movimiento dentro de la mafia.

Benedetto lo había orientado con información sobre el narcotraficante albanés, advirtiéndole que era un hombre lo suficientemente desconfiado como para no poder conseguir una alianza en el primer intento. Por suerte, o no tanto por suerte sino por esmero, Jean Franco resultó bastante competente en su primera reunión y, haciendo gala de su cultura, imperiosidad y carácter enérgico, consiguió que Merkush confiara en él desde el primer instante.

Un hombre de la generación de Dante y Benedetto, como lo era Merkush Mustafá, siempre apreciaría la educación en un sujeto de su edad, o menor que él. El crimen organizado requería de inteligencia, y una persona inteligente siempre sería el mejor aliado o un admirable contrincante. Así que, el albanés, de nueva cuenta, prefirió elegir el bando victorioso aliándose con Jean Franco.

Desde entonces, Merkush y Franco no volvieron a reunirse personalmente, pues sus tratos quedaron bien estipulados. De ninguno de los dos lados hubo, jamás, un mal entendido o algún incumplimiento. Los pagos siempre fueron a tiempo y exactos, y las entregas cuidadosas y sin cualquier eventualidad riesgosa. Todo lo trataban a través de llamadas o por algún mensajero confiable de ambas partes. Giulio, claramente, siempre fue el mensajero de Franco.

La mano derecha del Demonio de Florencia conocía todo acerca de los negocios con Merkush. Era totalmente consciente de que, después de casi ochos años, volvería a verse de frente con el veterano y uno de los narcotraficantes más grandes de Europa.

Eso no le dio buena espina a Giulio desde que recibió la llamada.

Dado a los acontecimientos recientes, Mustafá estuvo en todo su derecho de demandar esa reunión, con el Demonio ahí presente. Franco era uno de sus clientes potenciales y el que mayores ingresos le daba mensualmente. No había inconveniente con eso. Pero, ¿por qué en Emilia Romaña?

El puerto en Ferrara se ocupaba únicamente para las entregas de mercadería. Los barcos llegaban en la madrugada y para el amanecer ya todos estaban en sus casas. Eso, definitivamente, era lo que inquietaba a Giulio. Para cualquier otra reunión de carácter meramente informativo, los mensajeros acudían al sitio acordado dentro de Florencia o en Vlorë, el estado de Albania que dominaba Merkush. Esas eran zonas seguras para ambos colaboradores, ya que poseían autonomía territorial casi en su totalidad. En Emilia no. Para ninguno de los dos era conveniente tener esa congregación ahí.

Por esa razón, en cuanto Giulio estacionó la Mazda CX 5 color negra cerca de la terminal de contenedores marítimos, otros cinco vehículos idénticos se detuvieron detrás. En el interior de cada uno había cinco hombres de la guardia Casiraghi: dos en la parte delantera, dos en la parte trasera y uno oculto en la cajuela.

Y bien, contra todos sus instintos protectores, la camioneta que él condujo por casi tres horas desde Florencia hasta el puerto en Ferrara albergaba en su interior a Vito y Fabio en los asientos traseros, Claudio y Darío se escondían como los demás, e Isis Casiraghi había adoptado el papel de copiloto.

Después de que Giulio vio a Isis ataviada en ese hermoso vestido rojo intenso, olvidó el lapso malvado que compartió con ella, justamente en la habitación de Franco, y deseó no haberla alentado nunca.

La heredera Casiraghi vestía un diseño de escote pronunciado y caída larga, con la costura lateral abierta hasta la parte más alta del muslo derecho. Su bonito cabello rubio lo llevaba sujeto en un chongo a la altura de la nuca, ligeramente desviado hacia el lado derecho con varios mechones ondulados enmarcándole el delicado rostro. Los pendientes y el collar a juego de oro puro resplandecían bajo la luz de la luna. Y los zapatos de tacón plateados que complementaban su vestimenta, provocaban que sus piernas parecieran mucho más largas y estilizadas. Todo, en conjunto, conseguía que dejara de parecer un bonito ángel y que luciera más como una traviesa, provocativa y tentadora diablita.

EL DEMONIO DE FLORENCIA "ℰ𝓁 𝒽ℴ𝓂𝒷𝓇ℯ 𝒹ℯ𝓉𝓇𝒶́𝓈 𝒹ℯ 𝓁𝒶 𝓂𝒶𝒻𝒾𝒶"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora