CAPÍTULO 15

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La boda de Franco y Vittoria se celebró a las cuatro de la tarde. La iglesia, obviamente, fue a preferencia de Franco. No pudo haber sido ninguna otra más que la Catedral de Santa Maria del Fiore, ya que pertenecía a la Piazza del Duomo, uno de los sitios favoritos de Franco por su vista y su importancia histórica.

Como se esperó, la misa estuvo preciosa al celebrarse en tan magnifico lugar. Por consiguiente, cuando el obispo le permitió al novio besar a la novia, los recién casados consiguieron con ese beso convencer a una buena cantidad de críticos crueles que dicha unión era por amor, y no por un embarazo producto de una infidelidad. Incluso, Franco y Vittoria, estuvieron a punto de creerse que estaban enamorados.

Mantener las apariencias en el recinto donde se festejaba su alianza se les presentó un poco más complicado. En el lapso de una hora, recibiendo a sus invitados en el Palazzo Pitti situado en la ribera sur del rio Arno, los novios lograron escuchar decenas de comentarios, nada discretos, sobre el supuesto embarazo de la hija del jefe de gobierno. Para toda esa gente maliciosa, fue una artimaña infalible que logró atrapar a Jean Franco Casiraghi, candidato casi electo a la alcaldía y uno de los mejores partidos para cualquier dama en busca de ser desposada dentro de la aristocracia.

Franco empezó a aborrecer esa situación, aunque la gente no lo señalaba exactamente a él. Le enfurecía que pudieran incomodar a su esposa pese a que se mostraba recatada y sonriente. Deseó que se marcharan cuanto antes para que dejaran de entristecerla. Algo extraño ocurría en el centro de su pecho al notar las hermosas esmeraldas de Vittoria titubear mientras obsequiaba saludos corteses y de bienvenida. Intentó ser un buen esposo y mantener su brazo entorno a ella todo ese tiempo, pero eso no sosegó el veneno. ¿Por qué Vittoria no mandaba al diablo a toda esa gente, como por lo regular lo mandaba al infierno a él? Y, ¿por qué de pronto anhelaba abrazarla y suplicarle que no hiciera caso a nada de lo que se decía sobre ella? Quería jurarle que era una mujer digna que cualquier hombre desearía tener como esposa.

Todas esas lenguas viperinas, y cerebros reducidos, le quitaban magnificencia al Palacio que actualmente le pertenecía al Ministerio de Bienes Culturales. Un centro histórico que albergaba numerosos museos y galerías, entre ellos el Giardino di Bòboli, un verdadero museo al aire libre. Los recién casados no comprendían por qué las personas se molestarían en prestar atención a chismes infundados, teniendo la oportunidad de alimentar su inteligencia en ese lugar.

El beso que se dieron en la Catedral había quedado fácilmente en el olvido para el resto del mundo, aunque seguía latente en las memorias de sus protagonistas. Ese "sí acepto", aparentemente, cambió algo en el interior de los novios.

Habría que darle buenos créditos a Susanna, por otra parte. Hizo una excelente labor al elegir la decoración estilo victoriana. Había candelabros adornados con cristales en el centro de cada una de las mesas. La vajilla era de plata junto con la cubertería. Las sillas coexistían en acabado dorado con las lámparas de araña que se sobrepusieron en el techo. Un rico e innovador contraste con el arte renacentista del museo.

Franco casi podía saborear estar en una celebración organizada por algún vizconde, duque o el mismo rey de Inglaterra en el siglo XIX. Inclusive, su reciente suegra, contrató una orquesta de música instrumental de la mejor escuela de artes de Italia, que interpretaba melodías de una selectiva lista de algunos de los genios de la música clásica como Mozart, Vivaldi, Bach, Verdi y Tchaikovski. Susanna conocía a Franco casi tanto como a su hija, y sabía que el protegido de su esposo no festejaría su propia boda como cualquier persona común y corriente. Tenía que ser un evento extraordinario.

Los aperitivos eran exquisitos. Crostinis con queso y nueces, croquetas de jamón y aceitunas, bolas de jamón y queso, y mini pimientos rellenos de mozzarella, deleitaban el paladar de los invitados mientras disfrutaban la última parte de "La serenata No. 13 en sol mayor" de Mozart.

EL DEMONIO DE FLORENCIA "ℰ𝓁 𝒽ℴ𝓂𝒷𝓇ℯ 𝒹ℯ𝓉𝓇𝒶́𝓈 𝒹ℯ 𝓁𝒶 𝓂𝒶𝒻𝒾𝒶"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora