Hadassa.
¿QUÉ?...
Me quedé estática cuando este hombre mencionó a mi hermano.
Esto no podía ser cierto. ¿Cómo?
—Mi hermano... ¿Cómo sabe de él?
—Caleb no sabe que estás con vida... no sabe que estás aquí... ni que... eres la sirviente de... Rashad...
Negué varias veces.
—¿Dónde está él? —pregunté dando un paso y apretando mi mano quemada—. Yo...
—Tu hermano está bien... oculto. Ahora mismo no puedo decirte en dónde está, por su seguridad.
Mi ceño se frunció de un momento a otro.
—¿Cómo es que eres amigo de Rashad, y de mi hermano al mismo tiempo?
Alhamar sonrió.
—Eres muy inteligente... y hermosa. Caleb tenía razón.
Por un momento sentí incomodidad, y necesitaba estar cautelosa para con cualquier persona en este palacio.
Quizás esto era una trampa del mismo demonio, y no podía dejarme atrapar tan fácilmente.
—Todos conocen el nombre del príncipe de Radin... Rashad te indicó quién era yo... no confío en ti. ¡Váyase de mi habitación!, o tendré que llamar a los guardias...
—Hadassa..., espere... —el hombre quiso tomarme del brazo, pero me quité antes de que alcanzara a tocarme.
—¡Váyase!
Alhamar alzó los brazos y asintió.
—Está bien... pero en cuanto tu hermano sepa de tu existencia, tratará de llegar a ti de nuevo... y esta vez, traeré una evidencia de él. Tú... no sabes cómo... Eres nuestra oportunidad, Hadassa.
Mi ceño se frunció nuevamente, pero no desistí en que el hombre abandonara mi habitación, y en cuanto me mantuve firme y en silencio, él no reparó y salió por la puerta como si nada.
Mi garganta se apretó. Cualquier persona podía verlo, y en cuanto salí para comprobar, el pasillo estaba tan solo que hasta miedo daba.
Pasé el pestillo y me quité toda la ropa mojada, para luego colocarme una ropa de cama. Me metí bajo las sábanas rápidamente mientras mi mente daba vueltas por todo lo que había pasado en este día.
Quería pensar que lo de Caleb era cierto, pero lo único que podía registrar mi mente todo el tiempo, era en ese momento cuando Rashad me tocó. Cuando por voluntad propia lo besé. Cuando todo mi cuerpo se estremeció y mi aliento fue único con el suyo.
No eres especial, Hadassa... hace esto con todas sus mujeres, y no debes olvidar por qué estás haciendo esto.
Apreté mis ojos y abracé la sábana únicamente para colocarme en posición fetal, y esperar otro día más.
***
Al día siguiente, cuando fui a su habitación, me informaron que el hombre estaba desayunando con sus invitados, y que debía ir al comedor principal en cuanto me enterara.
Recordé a ese hombre llamado Alhamar y me puse muy nerviosa de pensar que él podía echar mis planes a perder.
Caminé los largos pasillos, este palacio era enorme, y a cualquier parte que quisiera dirigirme debía caminar mucho. Y para cuando estuve en el gran comedor, no reparé en nadie hasta que fijé los ojos en Rashad.
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UN REY PERVERSO
RomanceEsclavitud, guerra y el deseo de poseerla, es el menor de sus problemas...