CAPÍTULO 42

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Hadassa.

OCHO MESES DESPUÉS...

El tiempo...

Una tercera puntada en esta mañana vino a gestarse en mi vientre bajo, mientras tomé fuertemente las barandas del balcón de mi habitación, para tratar de amortiguar un poco la molestia.

Tomé una aspiración afanosa cuando la barriga se puso tan dura como una roca, y cuando fue pasando el dolor, solté el aire mientras las perlas de sudor, invadían mi frente.

No tuve una noche plácida, de hecho, tenía tres noches en las que no había podido dormir; entre pesadillas, incomodidad, y una fatiga enorme al tener el vientre tan pesado encima de mí.

Pasé mis manos sobre mi barriga y luego levanté la mirada hacia el horizonte, aun con la mañana oscura, y el aire bastante frío.

Pude divisar como no había casi nadie afuera, y como todavía se veía de lejos unos soldados que estaban partiendo desde la madrugada.

El reino de Radin no tenía muros fuertes, básicamente nuestro palacio era la cuarta parte si la comparaba con la de Babel, y quedaba en el centro de todo el caserío del pueblo que lo rodeaba. Además, el palacio se dividía en dos partes importantes.

Una, la parte del reino, y la otra más pequeña, donde se constituía el templo sagrado, donde había un espacio especial para las celebraciones y las fiestas sagradas.

No podía dejar mi mente tranquila, estos últimos días habían sido un poco extraños. Era como si de cierta forma volviera atrás, como si recordara todo de nuevo, como si los ojos de Rashad estuvieran encima de mí como desde un inicio.

Cerré mis ojos al sentir todo como si estuviese intacta, como si estuviera en ese día en que lo vi por primera vez, y luego esa presión en mi pecho se hizo más intensa.

Cerré las puertas del balcón al saber que aún estaba en una bata demasiado fina exponiéndome por completo, y me puse una capa encima para arropar mis brazos fríos.

No pude evitar recordar y negar con los ojos nublados cuando mi mente viajó al pasado.

Apenas tenía un mes en Radin cuando me enteré de que llevaba un hijo dentro de mí, y que, desde ese mismo día, había ocultado mi embarazo a todos los que pudieran ser cercano al reino de Babel.

No tenía un plan, no había una manera delicada de decirlo, lo único que sabía es que desde el momento en este bebé naciera, sería el último día en que permaneciera en estas cuatro paredes ocultó ante el mundo, dando paso a que la paz que había experimentado en este tiempo concluyera por completo.

No estaba haciendo esto porque me avergonzara de él. Desde el día en que supe de su existencia, una fuerza inhumana comenzó a crecer en mí, y un miedo desconocido se fortaleció al pensar lo peor en este evento.

No sabía cuál era el sexo de mi bebé en estas instancias, pero no hacía falta entender que esté siendo niña o niño, sería el primogénito de Radin, el heredero y el único que podía ir al trono después de mí.

Y lo trágico aquí no era solo eso.

El gran problema era cuando Rashad se enterará de este hecho.

Eso, sumado a que los enemigos de Babel estarían detrás de mi hijo, porque lamentablemente, este también sería el primogénito y el único heredero de la corona de Babel.

Mi piel se estremecía nada más de imaginarlo, alguna vez había pensado que con el tiempo este hecho se iría amortiguando, pero cada vez mi miedo crecía, lo hacía de una manera que a veces consideraba en ocultar a mi bebé para siempre.

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora