CAPÍTULO 30

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Rashad.

ABISMO...

—No están aquí... los espías me informaron que están a unos kilómetros en el valle de Tulá —Faruk vino a informarme mientras dejé mi mirada en el punto donde el sol, estaba saliendo por las montañas de nuevo, asomando otro día.

No podía salir del territorio de Babel, en este punto, sacar a los militares a las tierras externas, era un sacrificio demasiado estúpido como para pensarlo.

Por supuesto, un pueblo invadido, se debía a la intromisión de sus propias tierras, un paso que los traicioneros estaban olvidando, ya que deseaban que fuéramos detrás de ellos.

Mi ansiedad por desgarrarle la piel, principalmente a Alhamar, era demasiada para soportar; estaba loco por restregar su sangre en mis palmas y por ver como la misma se derramaba en la tierra de Babel, para alimentar y calmar la sed de venganza que necesitaban mis dioses y mi mismo pueblo.

Sobre todo, yo...

Había una cosa que tenía que hacer, pero estaba odiando esperar.

No descansé ayer por la noche cuando recorrí todo el palacio, las afueras, los ríos, todos los causes, e incluso batallones incontables que me acompañaron a lo largo de la madrugada, para dar con el paradero de Hadassa. Aunque yo ya sabía, ella no estaría cerca.

El maldito de Alhamar había visto mi debilidad por ella y estaba forzándome a salir de los muros, y colocándomela de carnada para que yo cayera en su trampa.

Apreté mis dientes cuando el pelotón estuvo de regreso y solo giré hacia las tierras áridas, deseando ir sin pensar en las consecuencias.

—Señor... es mejor regresar. No debe dejar ni una mínima posibilidad... los espías dicen que son muchos, bastantes como para contarlos... pero las fuerzas del ejército de Babel, es superior a cualquier reino...

Asentí a la afirmación de Faruk, tomé las riendas de mi caballo para volverlo hacia el palacio y luego divisé cuando el sol comenzó a salir, haciéndome saber que Hadassa no había amanecido en mi territorio. Que sus ojos iban a abrirse sin verme, y que su primera mirada, no iba a ser para mí.

No había dormido, ni siquiera sentía el peso del cansancio porque a estas alturas, no sentía nada dentro de mí.

—También tenemos otra opción, señor... si me permite...

—Adelante... —lo insté a seguir, pero hasta yo mismo me sentía perdido en mis pensamientos.

Faruk hizo un silencio largo al ver mi gesto, y después de que comencé a galopar, él me siguió.

—Tenemos mucho apoyo militar de nuestros aliados... si respondemos a sus ofrecimientos, ellos enviarán en menos de un día a su apoyo de guerra, y déjeme decirle...

Esta vez sí me detuve y giré abruptamente hacia él.

—¿Y quitarle la gloria a Babel? Por supuesto que no, no compartiremos la gloria con nadie, Faruk, esta es la oportunidad para demostrarles a los demás pueblos, que Babel es invencible, y quiero que tiemblen de miedo, y que después de esto, nadie piense en traicionarme...

Faruk se quedó mirándome por un momento, y luego asintió.

—Nuestros guerreros son hombres muy capaces, a diferencia de miles de principiantes... no debe tener cuidado, ni preocuparse, señor...

No pude evitarlo, una carcajada salió de mi garganta como si fuese una necesidad burlarme de todos esos traidores y de la broma de Faruk.

—No tengo ni una pisca de preocupación por la guerra... se sabe que ellos esperarán los días a que vayamos hasta el valle, se cansarán, tienen poca comida, y luego, en la desesperación, vendrán a atacar... ni siquiera me conmueve el hecho de que vamos a tener un reguero de sangre sucia contaminado a Babel... Yo, solo deseo que se acorte el tiempo para tener a Alhamar en mis manos... y a ese maldito hermano de Hadassa...

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora