Hadassa.
ENCOMIENDA...
—Es hora... —Un guardia disipó el silencio que se estableció entre Séfora y yo, y después de una larga mirada de parte de ella, se giró y asintió hacia el hombre que estaba decidido a acompañarla hasta la puerta principal.
Por sí solos, mis pies comenzaron a caminar detrás de ellos, a la vez queriendo tomar a Séfora y preguntarle por todo lo que había pasado en esa habitación.
¿Ritual?
Ahora mismo mi piel se encogió solo de pensar que debía ser parte de algo como eso para llegar a mi objetivo.
¿Qué tan lejos podía llegar este hombre con sus costumbres abominables? Ahora no sabía hasta dónde llegaría mi límite para este objetivo, pero necesitaba con urgencia aclarar mi mente, porque mi hermano seguía palpitando en mis entrañas.
Caminé muy rápido detrás de la pareja, y pude evidenciar que lo que Séfora me había comentado alguna vez, era real.
Había todo tipo de regalos esperando ser cargados en un carruaje de caballos. Me frené cuando vi a Rashad al final de la escalera, llegando al patio principal, y achiqué mis ojos cuando la luz de la mañana, me hizo doler los ojos.
Séfora sonrió cuando llegó a su sitio y haciéndole una reverencia hacia el hombre, tomó su mano y le besó el dorso.
Pude ver que los labios de la mujer se movieron para él, y luego, un asentimiento de parte del hombre totalmente carente de emociones.
Rashad retiró la mano de inmediato y dio la orden a los hombres alrededor para que comenzaran a colocar los regalos en su carruaje.
Estaba un poco exaltada, había una situación extraña y confusa dentro de mí cuando evidenciaba este tipo de acontecimientos, y aunque quería regresar dentro del palacio, mi espíritu obstinado no hacía más que complicar las cosas.
Caminé. Segura, a paso firme y con la cabeza en alto directo a ese par.
La extrañeza en el rostro de Rashad fue evidente para todos que se giraron hacia mi encuentro, y en cuanto estuve en el sitio, me coloqué a su lado.
—Estoy aquí por si necesita de alguna cosa... mi señor...
Séfora abrió los ojos un poco impresionados, y también pude ver la mandíbula apretada del hombre que se quedó en silencio.
—Mis agradecimientos para mi amo... mi familia queda en deuda de por vida con este reino —dijo Séfora haciendo caso omiso a mi intromisión, y luego tomó la mano de un guardia que la ayudó a subir al carruaje.
De un momento a otro se dio la orden y ella siguió despidiéndose de su rey con la mano, mientras su mirada permaneció en mí, a medida que se alejaba.
Hubiese querido tener la oportunidad de hablar un poco más con ella, quería saber precisamente qué hacer en el momento en que tuviera mi oportunidad, pero antes de comenzar a planear algo en mi mente, fui interrumpida por una enorme sombra que quitó todo el sol de mi rostro.
—Tengo una tarea especial para ti... —mi ceño se frunció cuando vi una sonrisa ladeada en su boca, y no pude apartar mi mirada de ella.
Todo lo que este hombre hacía o hablaba siempre llevaba una intensión de por medio, y sabiendo de quién se trataba, todo debía ser malo.
Así tal como él.
—Por supuesto... —respondí sumisa—. ¿Qué desea mi señor?
Él siguió corriendo su sonrisa siniestra por su rostro, mientras traté de prepararme internamente para cualquier locura suya....
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UN REY PERVERSO
RomanceEsclavitud, guerra y el deseo de poseerla, es el menor de sus problemas...