Hadassa.
CONDICIÓN...
Todo el comedor quedó en un silencio, uno que me dijo que había pasado los límites.
Pero no me importaba nada ahora, no cuando lo que hervía dentro de mí me hacía sentir invencible. No reconocía el miedo ante mi emoción, no reparaba en nada mientras estas sensaciones de inseguridad y rabia me consumían a tal punto en el que solo deseaba morir.
De nuevo, como la primera vez.
—Este es un excelente pensamiento sin duda alguna... —sonreí a la mujer que ahora parecía codearme con facilidad.
—Gracias... ¿Cuál es su nombre? —pregunté tratando de pasar el tema mientras ella sonrió mirando a su esposo.
—Salema... el general Faruk es mi esposo...
Asentí dándole una mirada rápida al hombre, entre tanto él respondió con el mismo gesto.
—Sería una dicha que nos visitaras un día... a nuestra casa... Faruk...
—Hadassa no puede salir de este palacio... el tema está cerrado —Todos giramos de golpe ante la intromisión de Rashad, y por primera vez en toda la velada, pude ver sus ojos en un azul, como cuando el agua se ve de noche.
Me estremecí un poco cuando tomó su copa de un tiro, y luego pasó su mirada hacía Alhamar que estaba a mi lado.
No dudé un momento en girar hacia Alhamar para darme cuenta de que sus ojos estaban en mí todo el tiempo.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunté en un susurro en cuanto el resto de la mesa prosiguió con su comida y se cambió el tema, como también intenté llevar la comida a mi boca para disfrazar la conversación un poco.
—Confía en mí... —Alhamar respondió bajo tomando de su comida también mientras negué de forma imperceptible.
—Dijiste que... él no estaría... y aquí estamos... no puedo confiar... esto es imposible.
Pude ver por el rabillo del ojo cómo Alhamar iba a comenzar a gesticular, hasta que todos escuchamos un estruendo de platos, cubiertos, y el sonido de cosas rompiéndose.
Sin reaccionar siquiera al evento, fui atajada y sacada de la silla con esa brusquedad que yo ya conocía.
Sin embargo, mi cuerpo fue puesto a un lado, cuando vi que Alhamar casi que fue despegado del piso y estrellado rudamente contra una vitrina de copas, y lujos que decoraban el comedor.
—¿Quieres que te mate? —mi cuerpo se pegó a la mesa ante la impresión mientras veía como el rostro de Alhamar se iba volviendo transparentoso y pálido cuando Rashad lo dominó en su mano.
Nadie en absoluto dijo una palabra contrariando la actitud del rey, que, de un solo brazo, y con su única mano, apretaba salvajemente el cuello de Alhamar. Comencé a sentir pánico cuando el hombre estaba mostrando signos de desmayo.
—Rashad... —me atreví a gesticular sabiendo que, si me podía del lado de Alhamar, lo mataría sin chistar delante de mis ojos, y de todos los presentes sin tener remordimiento alguno por el hecho.
Después de la vida de Alhamar, también me importaba la de mi hermano, y solo él era el puente para poder al menos llevarle un mensaje a Caleb, para rogarle que se quedara lejos de aquí, sin importarme siquiera si lo podía volver a ver en mi vida o no.
Los ojos, casi blancos y perturbados de Alhamar, me hicieron saltar, y sin medir alguna cosa, salté hacia el hombre poseído de la rabia para abrazarlo por la espalda con mis brazos.
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UN REY PERVERSO
RomanceEsclavitud, guerra y el deseo de poseerla, es el menor de sus problemas...