CAPÍTULO 55

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Hadassa.

BABEL...

Cuando estuve enfrente de aquel gran palacio, todas las imágenes vinieron a mi mente en secuencia, una tras otra.

Estuve aquí descalza y llena de raspones en mis piernas, con el corazón roto ante la invasión de mi pueblo, y más cuando vi la cabeza de mi padre expuesta como un trofeo.

Recordé cuando perdida entre estas paredes iba conociendo a cada personaje que se volvió parte de mi vida, y como cada día, el rey perverso cobraba forma en mi corazón desecho.

Fue inevitable no pensar cuando quise acabar con mi vida y como veía la oportunidad de que él me asesinara en uno de sus arrebatos, como la curiosidad me llevó a levantarme cada día, para saber qué podía depararme la circunstancia, o si al menos podía tomar parte de mi venganza personal.

Recordé como si fuese ayer el dolor de mis heridas, o las pocas ganas de seguir, como humillada pedía a Dios por mi deceso y como los temores se volvieron mi mayor fortaleza.

Aarón hizo un sonido cuando estuvimos muy cerca junto con los carros de caballo, y mirando sus ojos muy abiertos y juguetones, me fui a ese momento cuando tomé la daga para clavarla en el corazón de Rashad.

En ese instante me di cuenta de que no podía herir a un hombre que se había adueñado de mi cuerpo, y que había pasado a ser mí misma prisión en vida.

Elisama me sonrió al lado cuando ordenaron abrir las compuertas, y mi mente envió otra imagen cuando aquí mismo en las afueras, Rashad me estaba dejando libre mientras sentía que iba perdiendo la vida.

Alcé el rostro hacia el gran palacio, que después de estar tanto tiempo en Radin, este me parecía enorme.

No pasó un minuto hasta que vi su cuerpo grande y alto en la entrada del palacio mientras sus ojos me dijeron que anhelaba nuestro encuentro.

Rápidamente, lo vi bajar las gradas, y antes de que un guardia viniera a ayudarme a bajar, él quitó al hombre y me sostuvo en sus brazos teniendo el cuidado hasta que llegué al suelo.

Mis mejillas fueron tomadas por sus manos y luego un beso hambriento me robó el aliento por unos minutos.

El balbuceo de Aarón entre nosotros fue lo que lo hizo despegarse, y antes de que incluso se lo ofreciera, él tomó al chico entre sus brazos y luego lo alzó hacia arriba, entre tanto Aarón lanzó un gorgojeo por la precipitación de la altura.

—El príncipe de Babel...

—Ten cuidado... —advertí y él lo bajó enseguida pasando la mirada fría por Elisama que estaba apenas bajando del carro de caballos.

Ella asintió hacia él con reverencia, y en cuanto Rashad regresó la mirada hacia mí, pedí:

—Ella necesitará una habitación...

Rashad asintió instándonos a que entráramos en seguida y luego todos caminamos juntos hacia la parte interior del palacio.

Otras mujeres guiaron a Elisama a la habitación, y con la mirada le indiqué que nos viéramos pronto, pero unos dedos entrelazados más el halón de Rashad, hizo que caminara siguiendo sus pies apresurados, que me llevaron por todos los pasillos, mientras llevaba a Aarón en sus brazos.

Entramos a una habitación bastante amplia, e iluminada... tenía una enorme cama y un lecho de bebé al lado que hizo que mi boca se ensanchara grandemente. La ventana era enorme, y estaba completamente abierta. Luego pasé la mirada hacia la esquina donde estaba la bañera, parecida a su lago rojo anterior, pero este era cristalino.

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora