CAPÍTULO 20

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Hadassa.

NOCHE...

Mis labios se separaron cuando su dedo delineó mi boca y mis ojos se cerraron con fuerza ante la sensación de su toque.

—Hadassa... —el nombre fue susurrado por su boca de forma sin igual mientras su aire caliente, vino a golpear mis fosas nasales.

Estaba aterrada, muerta de miedo y con una sensación en el estómago que me dejaba sin aliento. Había llegado el momento, no había escapatoria o excusa para esto. Y ahora que me encontraba entre sus lentas caricias, ni siquiera estaba pensando.

Sus manos hábiles me giraron como si se fuese a tomar el tiempo para desabrochar mi vestido. Abracé mi cuerpo cuando le di la espalda e intenté contener el temblor que me hacía ver frágil y débil ante su presencia.

Pude sentir cómo sus dedos fríos llegaron a mi espalda quitando cada botón, mientras que mi piel iba como una ola reaccionando a su tacto, y mostrándole lo vulnerable que era ante él.

De un momento a otro sentí cómo su boca mojó un pedazo de piel de mi espalda y no pude evitar quitarme, como si su tacto me hubiese quemado.

—Shuuu... —exhaló cerca de mi cuello, colocando su barbilla en mi hombro—. Tranquila... —dijo dándome otro beso en mi piel desnuda mientras sentí cómo su pequeña barba raspaba a su paso.

Giré solo un poco al ver ese altar frente a nosotros, entretanto mi mente gritó todo el tiempo en desespero.

No podía hacerlo a su manera.

Entonces, me giré de golpe.

—Necesito pedirte algo... por favor...

El hombre frunció el entrecejo, pero luego asintió.

—¿Qué es?

Junté mis manos por debajo de mi pecho y luego levanté mi barbilla.

—Sé que... esta noche es inevitable... y... estoy aquí frente a ti... aunque sorprendida, agradecida por ser la elegida.

Su rostro me mostró algo que me dijo que no estaba convencido, pero entonces, seguí:

—Por lo que veo... quieres hacer un acto trascendental con tus dioses —Rashad asintió mientras dio un paso hacia mí tomando mi barbilla para levantarla—. Yo no voy a negarme en lo absoluto... pero, tengo una petición, importante para mí...

—Me estás volviendo impaciente... —Rashad dio otro paso eliminado nuestra distancia y luego rodeo mi cintura con su brazo, para pegarme a su cuerpo—. Habla ya...

Abrí mi boca y solo pedí al cielo que me escuchara.

—Sabes que, no me sentiría bien con esto... con tus estatuas... yo, no quiero ser ofrecida a ellos... mi cuerpo y mi mente, no podrían funcionar de esta forma. Por favor... no me ofrezcas como su ofrenda y... —me atreví a tomar su mano, y luego besar su dorso lentamente mientras mi temblor seguía traicionándome—. Tómame como la mujer que también te eligió a ti...

Sus ojos se abrieron y por un momento pensé que mis palabras habían causado furor en su cuerpo, pero luego de que lo vi pasar un trago angustiado, mis pasos retrocedieron cuando su cuerpo empujó al mío.

Algunas vasijas y cuencas de barro callaron al piso. También las lámparas que iluminaban ese altar se apagaron ante la intromisión. El hombre tomó mi cuello de forma posesiva mientras estrelló su aire agitado por todo mi rostro.

—Entonces... ¿Harás esto de forma voluntaria? —preguntó como si estuviera sediento de una respuesta.

—Lo estoy... pero no me trates como a una de tus doncellas... no me lleves a tus dioses, Rashad... yo... no puedo hacer esto... no puedo...

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora