CAPÍTULO 54

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Hadassa.

SORPRESA...

—Debe darles tiempo... creo que, no es fácil para ellos —levanté mi rostro hacia Elisama, mientras Aarón me movía las manitas dándome una de sus sonrisas.

Negué varias veces al ver los rasgos exactos de su padre en él, y recé al mismo tiempo que su temperamento no fuese parecido. Había orado incesantemente desde que nació a mi Dios porque su persona fuera buena, amable, misericordiosa, y esperaba que mi hijo pudiera ser tal como el hombre perfecto que soñé siempre tener en un hijo.

Había anochecido, y el silencio allá afuera solo me angustiaba un poco.

—Por la mañana... este pergamino y sus copias serán leídos en cada rincón de Radin, Elisama.

Ella soltó el aire, y luego asintió.

—Estoy segura de que, con el tiempo, la entenderán un poco, majestad... a veces lo desconocido nos desconcierta, pero cuando llegamos a conocer un poco más, quizás, podamos entender el por qué otra persona amó a lo inimaginable...

Me detuve mirándola largamente ante su manera de hablar, y luego mi ceño se frunció.

—Debes extrañar a tu familia, a tus hijos... —ella bajó el rostro y luego afirmó.

—Los extraño mucho... una madre, jamás puede con una perdida como esta.

Apreté mi mandíbula de solo imaginar que a Aarón pudiera sucederle algo así, y tomando su mano, la apreté.

—Elisama... lo siento mucho...

Ella sonrió con los ojos cristalizados, y luego devolvió mi gesto.

—No tema por mi majestad, soy más fuerte de lo que usted cree...

—Es bueno saber que cuento contigo, porque de mi parte, Elisama, siempre podrás contar conmigo, no sé qué hubiese hecho sin ti...

Ella agachó la cabeza mirando a Aarón en silencio y yo insistí.

—Quisiera que me acompañaras a Babel... no creo que Gamal sea la mejor opción para que vaya conmigo.

Ella continuó sin mirarme, y en este momento, todo me pareció demasiado extraño.

—¿Elisama? ¿Acaso sientes lo mismo que algunos ciudadanos de Radin? ¿Sientes repudió por Babel?

Ella negó, y luego su mirada fija me estremeció.

—No es eso, majestad... —pude notar el temblor de su boca, y una cierta preocupación en sus ojos.

—¿Qué sucede?

Ella dudó por mucho tiempo, y luego tomó una aspiración larga.

—No sé si usted... pueda perdonarme, pero de igual forma, al ir a Babel usted lo sabrá...

Fruncí el ceño un poco preocupada por su seriedad, pero hice silencio absoluto esperando una explicación.

—El amo... Rah... es quien me envió aquí en un principio...

Sentí una punzada bárbara en mi pecho.

—¿Qué?

Ella se bajó de la cama mientras parpadeó muchas veces.

—Soy Babilonia... en eso he mentido; sin embargo, mi esposo si fue asesinado, al igual que mis hijos...

No tenía palabras para ella. No entendía cómo había pasado todo esto desapercibido durante tanto tiempo, y ahora, a pesar de su grana ayuda, no podía dejar de sentirme decepcionada.

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora