CAPÍTULO 56

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Rashad.

7 MESES DESPUÉS...

Un grito ahogado hizo que me pusiera de pie mientras los ojos de ese sacerdote Elifaz me decían que no estaba pasando nada, pero estaba pasando todo.

—Entraré... —dictaminé pasando por su lado mientras él me siguió.

—Señor... no es necesario... Elisama y las parteras están con la señora Hadassa... esto es normal...

Me giré de golpe totalmente furioso, y luego tomé sus vestiduras de forma arrebatada.

—¿Normal? Ese niño la está matando... no lo permitiré...

El hombre pasó un trago un poco forzado, y luego escuché otra voz molesta.

—Este es el proceso de un nacimiento... es muy doloroso, yo estuve cuando nació el príncipe Aarón y fue mucho más doloroso para ella, porque fue su primera vez.

Solté de golpe al jodido sacerdote, pensando que este era el mejor momento para descargar mi ira, y entendiendo al mismo tiempo, que estos hombres me estaban abriendo la posibilidad de quitármelos de encima en el mismo momento.

Sobre todo, al maldito consejero que jamás me había parecido necesario en este palacio.

El hombre retrocedió con miedo cuando me fui contra él, y antes de que llegara, escuché como Elisama me llamó agitada.

—¡Señor...! —por supuesto era más importante mis ganas de ver a Hadassa y no lo pensé dos veces en llegar a ella.

—Entraré... —Elisama asintió con confianza—. ¿Han podido hacer algo? —pregunté con ansiedad, pero la mujer no dijo una sola palabra y luego me sonrió.

—Es un niño...

Sentí como un fuego comenzó a quemarme el pecho, y al instante pensé en el nombre que Hadassa había escogido para este nuevo niño.

Pasé un trago mientras todos los recuerdos con Malek aparecieron en mi mente, y caminé como si, de alguna forma, la vida estuviera repitiendo la historia.

Entre a la habitación, era todo un desastre con mujeres por todos lados, trapos y vasijas en el suelo.

Me agité cuando vi muchas sábanas llenas de sangre y luego posicioné la mirada en Hadassa, que sostenía a una persona minúscula en sus brazos.

Ella estaba bañada en sudor y sus manos, junto con el bebé, tenían manchas de sangre, aunque estaba envuelto en una manta.

—Necesitas atención urgente... —exhalé como si me faltara el aliento, y mis ojos fueron a la cama que estaba peor que aquellas sábanas, mientas mi preocupación aumento.

—No es necesario... solo necesito descansar, pero antes debo tratar de alimentar a este chico...

No entendía como podía hacerlo, pero esa cosa pequeña era el causante de todo su dolor.

Las mujeres fueron rápidas quitando las cosas, y yo aproveché en quedarme a su lado de rodillas, pensando que cualquier toque podría dañarla.

—Entonces... ¿Malek, no es así? —ella asintió sonriéndome mientras una lágrima salía de sus ojos—. ¿Por qué lloras?

Hadassa negó haciendo un puchero con su boca.

—Es muy hermoso... es... ¿No te das cuenta?

Giré mis ojos hacia él, y luego lo detallé.

No tenía sus cabellos rubios, aunque su piel era tan blanca como la mía. Su pelo apenas se apreciaba, porque estaba mojado, pero era muy evidente que sus serían oscuros.

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora