CAPÍTULO 22

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Hadassa.

EXCEPCIÓN...

En algún momento de la noche pude sentir que alguien tocaba mi frente, pero mi cansancio era tan absoluto que, nunca pude ver ni la sombra de la persona que visitó mi habitación. Y para cuando desperté por la mañana y vi a esa mujer que a veces venía a traerme comida, entendí que posiblemente ella estaba cuidando de mi estancia en este lugar.

Quizás había tenido fiebre, mi cuerpo se sentía extremadamente débil, y las sábanas en las que estaba envuelta, seguro traídas por esta mujer frente a mí ahora, estaban ligeramente manchadas en la parte que arropaba mis muslos.

Cuando ella corrió las cortinas, me dolieron un poco los ojos, y traté de sentarme con el fastidio en mi centro.

Tomé las sábanas para cubrirme mientras vi que la mujer me sonrió y llevó una bandeja a mi cama.

—Buenos días, señorita... si desea algo más de la bandeja, puede decirme y lo traeré —negué con la cabeza, no pude ni decirle gracias porque mi boca estaba muy seca, así que tomé una copa y bebí del jugo que habían preparado para el desayuno—. ¿Quiere algo más?

—No... yo, incluso debo levantarme rápido... Ammm el... el señor debe estar esperándome.

Mi estómago se encogió cuando vi a la mujer fruncir su ceño.

—¿Por qué cree que el amo la espera? —ella preguntó con curiosidad.

—Aún tengo que servirle... —en el instante ella dejó caer la sonrisa y nuevamente sonrió con evidente dulzura.

—No, no se preocupe, señorita, Hadassa... el amo tiene una nueva servidora...

—¿Qué? —el sonido salió de mi boca sin siquiera planearlo.

—Dije que el amo tiene...

—Lo escuché bien... entonces... yo... ¿Qué haré aquí?

La mujer pareció confundida.

—Yo... no lo sé... yo solo debo servirla, y preparar sus cosas señorita Hadassa...

Me levanté de inmediato con las sábanas en mi cuerpo, mientras caminé de lado a lado.

—¿Cómo te llamas?

—Ara...

—Bien, Ara... entonces, ayúdame a prepararme, debo salir de esta habitación.

—Sí, señorita...

Hice la rutina rápidamente, y debí destacar que, con ella junto a mí, todo fue muy rápido de hacer. No pude comer nada, era imposible pasar un trago de comida con esta rabia que no dejaba de arder dentro de mí.

Ese maldito quería meterme en un infierno cada vez más profundo, y por supuesto yo me había servido como plato para su brasa.

Caminé rápidamente por los corredores, y preguntando a los guardias, supe que el hombre estaba desayunando en el comedor principal con un montón de invitados.

Sin embargo, mi mirada solo se posicionó en la mujer que estaba a su lado llenando su copa. Isbal era su nueva mujer de servicio, y ella parecía estar esmerándose mucho para obtener su atención.

Mi cuerpo se llenó de una adrenalina sofocante y solo pude sostenerme en un muro cerca para poder tomar el aliento.

¿Qué pasaba conmigo? ¿Qué era este fuego que me consumía por dentro? Esto debía darme igual, yo debía estar alegre porque él se olvidara de mí.

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora