CAPÍTULO 43

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Hadassa.

PRÍNCIPE...

Sentí que en este último intento todas las fuerzas se iban de mi cuerpo, y un gran sueño estaba comenzando a arroparme por completo. Podía escuchar la voz de la partera muy lejos, mientras Elisama palmeaba mis mejillas contantemente, y una sonrisa adornaba su rostro.

¿Por qué sonreía?, fue la pregunta que me hice, y solo pensé que no podía volver a reunir la fuerzas para pujar como las parteras me indicaban.

Sin embargo, algo a continuación trastornó todo mi entorno.

Pude escuchar un llanto agudo, un llanto cálido, dulce y bajo, que hizo que mis ojos se apretaran y que un pitido se instalara en mi oído.

Sacudí la cabeza como venciendo este sueño que me estaba venciendo, y luego, el llanto se intensificó.

—¡Es un niño... es un príncipe...! —desvié la mirada hacia Elisama que sujetó la manta que las mismas parteras le pasaron, y en cuestión de unos segundos, mi pecho sintió como este bebé cálido fue puesto encima de mí—. Es muy... muy hermoso...

Rápidamente, lo envolví con mis brazos y su llanto fue disminuyendo poco a poco.

Era realmente hermoso. Demasiado suave, y su olor era único.

Llevé mis labios a su cabecita para besarla, mientras las lágrimas se me escurrían por las mejillas.

¡Dios!, cuanto deseaba mantenerlo en mis brazos para siempre, deseando que nadie se le acercara, ni lo dañara.

De un momento a otro mi bebé se removió en mi pecho un poco inquieto, y en ese momento Elisama secó mi frente.

—Lo ha hecho muy bien... es una reina muy fuerte... este niño, es bastante grande... he tenido a dos bebés en mis brazos, y el príncipe, definitivamente, nació como un niño de dos meses... —le sonreí sin mirarla, y detallé como los cabellos de mi hijo eran demasiado rubios.

Observé sus manitas, sus pies, revisé todo su cuerpo, y luego, vi como intentó abrir los ojos fijamente para mirarme.

No pude evitar estremecerme entera cuando sus dos orbes azules se quedaron fijos en mí, y negué con la cabeza al ver lo increíble que era esto.

—Es idéntico a él... —miré a Elisama que pasó su mirada en mí y luego a mi hijo.

—Nunca he visto al rey de Babel en persona... pero todos hablan de su aspecto, y lo describen como un dios...

Apreté mi mandíbula, y luego vi queja en el rostro de mi bebé.

Elisama era más experta que yo en este tema, así que me condujo y enseñó como poder alimentarlo, aunque en un principio me pareció bastante difícil.

Después de un tiempo la habitación fue aseada, y mi hijo fue alzado por Elisama mientras las mujeres me llevaron a una bañera para poder lavarme.

Despegarme de mi bebé después de horas de tenerlo en brazos fue algo extraño de sentir, pero sentada desde la esquina de la habitación, podía ver como Elisama estaba colocándole otra ropa, y cambiando sus mantas, entre tanto las demás mujeres hacían la cama.

Cuando por fin regresé a él, Elisama me pidió ponerme cómoda para colocarlo entre mis brazos, mientras hizo la pregunta:

—¿Cómo lo llamará mi señora? —pasé mis dedos por sus cejas, y di otro beso corto en su frente.

—Aarón... —Elisama asintió mirando a mi pequeño.

—Es digno de un nombre como este... será como una montaña fuerte...

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora