Hadassa.
DE VUELTA...
—Usted me ha dicho que cuando se trate de personas de Babel, están autorizados a entrar al palacio, majestad...
Asentí rápidamente hacía Gamal mientras mis labios temblaron de anticipación. Me apresuré por cambiar mi expresión, y en dos pasos, pero finalmente deteniéndome de nuevo, miré al consejero real.
—Sí... solo, estoy un poco asombrada, no pensé que vendrían unos guardias al palacio después de que se fueron hace unas lunas... ¿Le dijeron que querían?
Gamal negó.
—No son guardias de bajo rango, mi señora... ellos dijeron ser generales del reino Babilonio. Uno de ellos me dio su nombre, y dijo ser el general Nabu.
La punzada en mi estómago me dolió al punto de que Gamal se apresurara a llegar a mi lugar para sostener mi brazo.
—Majestad... ¿Se encuentra bien?
—Me mareé... quizás...
—Está exhausta —intervino Elisama, mientras llamó a una nana para que se hiciera cargo de Aarón, entre tanto escuché cuando le indicó en susurro "No salgas de aquí"—. Dar pecho al bebé descompensa, y la reina no ha comido como se debe...
La miré diciéndole todo con los ojos y luego negué.
—Los recibiré... —estaba ansiosa, necesitaba saber cuál era el motivo de sus presencias en el palacio, y un miedo vino a recorrer mi cuerpo al recordar que Rashad estaba fuera del palacio, y quizás podía haberle pasado algo. Entonces me repuse de inmediato y tomé el brazo de Gamal—. Diles a los generales que me esperen unos minutos, llévalos al salón de visitas, y ofréceles alguna cosa...
Gamal asintió, y luego desvió la mirada a Elisama, que estaba de pie a mi lado de brazos cruzados.
Y en cuanto la puerta se cerró, ella se giró hacia mí.
—Majestad...
—Elisama... quédate con Aarón, ellos no lo pueden ver...
—¿Crees que se deba al discurso?
Negué rápidamente.
—Imposible... si vienen de Babel en caballo y carrocería, que es el medio más rápido, tardarían un día en llegar. Pero lo que temo es que debieron escuchar mi discurso.
—Sí, también lo pensé. ¿Qué va a hacer?
—No lo sé, primero debo saber qué quieren decirme o a qué vienen...
—¿Puede imaginarse algo?
—No... no tengo la más mínima idea.
Troné mis dedos mientras sentí el sudor en mis manos.
—Me quedaré con el bebé... y la esperaré para seguir con nuestra conversación, usted debe decidir qué hará con la invitación del reino de Asera.
Asentí hacia ella y me dirigí hacía la nana que estaba arrullando a mi bebé.
Él tenía los ojos abiertos, y cuando me acerqué, sentí como su bella mirada se posicionó en mi rostro. Le asomé una sonrisa y luego tomé su mano para besarla, pude sentir su aroma, que de cierta forma me llenó de tranquilidad.
—Cuídalo mucho, Elisama... nadie tiene permitido verlo, ni venir aquí hasta que yo esté presente.
Ella afirmó en silencio y dándole un último beso en su cabecita, caminé en dirección de la puerta.
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UN REY PERVERSO
RomanceEsclavitud, guerra y el deseo de poseerla, es el menor de sus problemas...