CAPÍTULO 33

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Rashad.

ESTRATEGIA...

Las pesadillas fueron continuas...

Durante toda la noche estuve observando con atención a Hadassa, mientras ella batallaba con la fiebre, el dolor y su vida. Su mano entrelazada conmigo era apretaba entre sus sueños y sus susurros constantes, además de sus movimientos imprevistos que la hacían aquejar todo el tiempo.

Fue inevitable para mí no cabecear por la madrugada, este era como el tercer día sin que tuviera un descanso, y si lo pensaba bien, era mejor mantenerme despierto que caer en este desafío de la mente, que creaba escenarios que solo me ponían más tenso.

Estaba en el momento más oscuro de la madrugada cuando pude escuchar unos toques bajos, pero insistentes en la puerta, y luego de que me despegué lentamente del cuerpo de Hadassa, caminé apresuradamente para que este ruido no la molestara.

Faruk estaba allí.

—Señor... es necesario que nos reunamos...

Lo entendía.

Los enemigos en este momento ya se debían estar debilitando ante la ausencia de nuestro encuentro, y lo más seguro es que los pelotones debieron comenzar a desplegarse hasta Babel. Esto, sumado a que el maldito de Alhamar debía estar desesperado al comentar mi intervención repentina cuando Hadassa saltó por ese acantilado.

Tardarían un día o dos, ellos no iban a cabalgar rápido para desgastar sus fuerzas, y marcharían en son de guerra, lo que me daba el tiempo más que justo para prepararles la bienvenida.

Por supuesto, tampoco iban a llegar todos. Conocía la guerra a la perfección y era más que conocido que los soldados se dividían en grupos para atacar. Primero llegaba un cuarto de ellos, y así durante toda la instancia iban llegando los pelotones por día, para debilitar las fuerzas de una nación.

Giré hacia la habitación oscura, solo manteniendo una lámpara muy tenue cerca de Hadassa que me hacía apreciar sus facciones. Ahora ya no se movía y había podido conciliar el sueño completamente.

Salí de la habitación, cerré la puerta detrás de mí y busqué a varios guardias que estaban en el pasillo.

—Trae unos cinco guardias más... y busca a algunas mujeres para que estén pendientes de ella todo el tiempo.

El hombre asintió delante de mí, y luego comencé a caminar con Faruk detrás de mi espalda.

—Ya comenzaron a desplegarse... vienen en paso lento.

—Dime algo que no sepa... —crucé el pasillo, y luego comenzamos a descender por las escaleras para ir hacia el salón de reuniones.

—Tengo unos informantes dentro de sus tropas... —giré de golpe sonriendo complacientemente hacia Faruk.

—Continúa...

—Caleb... así se llama el hermano de Hadassa... no hay un solo líder como tal, pero si son varias cabezas que dirigen la revuelta. Alhamar, es otro, Misael de Kus... —sonreí mientras escuché su nombre y me senté detrás de la mesa, entre tanto, los demás generales entraban en el salón y tomaban un puesto—. Joab de Lira...

—Los viles traicioneros se juntaron para llorar como unas niñas... —mencioné sin mirar a nadie, mientras mi mente recordaba a cada uno de ellos, todos menos al hermano de Hadassa, con quien, aunque tuve contacto ni alianzas.

Ahora más que nunca recordaba al viejo Uriel.

Faruk asintió ante mi comentario y luego tomé una aspiración grande al ver completa la mesa de al menos cincuenta hombres que comandarían cada fila de unos tres mil a cinco mil hombres.

UN REY PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora