Capitulo 36 (J.K.)

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Dedicado a toda la gente que creía que J nunca iba a aparecer.

Pov Lisa.

Maldita seas Rosé.

Ya han pasado cinco benditos días desde que me metí a su oficina.

Desde que descubrí que tenía esas cartas.

Cartas con palabras de amor.

Cartas que eran mías aunque no supiera quién las había escrito.

Cartas con un beso rojo impregnado en el papel.

Y si Rosé sigue así nunca voy a poder descubrir que dicen esas cartas...

Parecía como si ella supiera que yo me había metido a su oficina porque desde hace cinco malditos días no sale de ahí.

Literalmente se mete a la oficina antes de que despierte y solamente sale por lo necesario, es decir, por comida e ir al baño, según ella dice que tiene mucho trabajo que hacer y que por eso no sale.

Llegó a tal punto de su encierro que ayer tuve que llamar a un cerrajero porque la puerta se quedó trabada y no podía salir.

Por un momento pensé que habían cámaras adentro y que Rosé me había visto pero su actitud conmigo es exactamente igual que siempre, si se hubiera dado cuenta de que entré sin su permiso ya me hubiera reclamado que por qué meto mi nariz en donde no me importa.

Pero me importa.

Me importa porque lo que hay ahí adentro es mío.

—¡Lisa!— escuché su grito desde la oficina.

Me levanté del sillón y corrí hasta la puerta de la oficina pero no la abrí.

No quiero verme tan obvia.

—¿Qué pasó Rosé?

—¿Puedes pasarme mi sandwich? Lo dejé en el refrigerador.

No pude evitar girar los ojos.

¿Ahora resulta que ya no va a salir ni para comer?

"Párate y ve por el tú" pensé internamente.

—Voy.

Me dirigí hasta la cocina y abrí el refrigerador sacando su bendito sandwich, lo puse en un plato y fui hasta su oficina otra vez.

—Te lo dejo en el pi...

—¡No, cariño! Pasa.

¿Qué?

¿Si escuché bien?

¿Quiere que entre?

—Abre la puerta Lisa.— me dijo soltando una risa.

¿Nunca me deja pasar y ahora quiere que entre?

Que milagro...

Abrí la puerta y la vi sentada frente a su computadora trabajando en no se qué.

—Hola— me dijo en el momento en el que me vió entrar.

Su rostro mostraba estrés y cansancio pero me sonrió y yo también le sonreí.

—No has salido para nada hoy— dije acercándome a ella y dejando el plato en su escritorio.

—Ni creo que pueda salir, tengo mucho trabajo.

—Rosie, pero es domingo...

—Lo sé— dijo con un poco de irritación en su voz. —Ojala pudiera salir contigo al parque o algo pero tengo que quedarme aquí.

First Love Never Dies | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora