Jennie (10)

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Pov Jennie

—Verla es un recuadro...
Oírla es una melodía...
Conocerla una intemperancia inocente como junio...
No conocerla... Una aflicción... Tenerla de amiga...
Un calor tan cercano como si el sol brillará en la mano... Emily Dickinson.

Sonreí inevitablemente.

—Es muy hermoso— susurré.

Lisa suspiró y acarició mi cabello con sus manos haciendo que me relajara aún más.

—Tus poemas son como los de ella— comentó —ojalá yo pudiera escribir tan hermoso como ustedes dos.

Empecé a reír.

—¿De verdad crees que son hermosos?

—De verdad lo creo, también creo que la gente podría enamorarse de ellos si los leyeran, sentirían el amor que sientes por mí.

Empecé a negar.

—No los hago para la gente, los hago para ti y con eso me basta y me sobra.

Lisa volvió a suspirar.

Sé lo que piensa, que debo de enseñar mis poemas al mundo, cree que tengo talento para ser poeta pero Dios...

Exponer mis sentimientos así al aire libre y criterio de los demás... No puedo...

Me da miedo...

Muchísimo miedo.

—¿Me lees otro poema, mi amor?— le pedí a Lisa dulcemente.

No la estoy viendo pero si sentí como asintió.

Estamos en el fondo de la biblioteca del instituto, teníamos descanso y Lisa quería aprovechar el tiempo libre conmigo, estábamos recostadas en el piso.

Bueno, Lisa lo estaba, yo estaba recostada sobre ella, teniendo mi espalda en su pecho y mi cabeza recostada en su hombro, estaba viendo al libro de poemas que Lisa sostenía con una mano, su otra mano estaba ocupada acariciando mi cabello o mi abdomen de manera dulce.

El escucharla leer poemas con su voz baja y ronca me relajaba bastante.

Lisa cambio la página y empezó a leer otra vez.

—Esperar una hora es mucho si el amor está más allá...
Esperar la eternidad es poco si el amor nos recompensa al final... Emily Dickinson.

Como si el timbre tuviera conciencia sonó justo cuando Lisa terminó de leer.

Ashhhhh.

—No quiero clase— me quejé.

Estoy muy cómoda aquí entre sus brazos.

—Yo tampoco pero ya solo faltan unas pocas horas y nos vamos a casa.

Suspiré pesadamente, me incorporé a regañadientes del regazo de Lisa a quien ayudé a levantarse también.

Fuimos hasta el estante donde estaba el libro que agarramos y lo pusimos en su lugar.

Empecé a caminar para salir de la biblioteca pero Lisa jaló mi mano y me robó un beso dejándome sorprendida.

—Amor, nos va a regañar la biblotecaria— le dije susurrando divertida.

Ella rió un poco y tomó delicadamente mi rostro entre sus manos para volver a besarme con delicadeza.

Sonreí cuando sus labios se separaron de los míos.

—Te amo— me dijo mirándome a los ojos.

—Y yo a ti.— le respondí.

First Love Never Dies | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora